domingo, 10 de enero de 2010

Ausencia


Conocí a Merche a los pocos meses de conseguir mi primer trabajo estable, desde luego fue en la primera oficina de TECPLAN, en Plaza de Castilla.

Entre tantas personas diferentes y nuevas que conocí en ese primer año, Merche, la asesora fiscal y laboral de la oficina resultaba como de la familia. Venía una vez al trimestre y charlaba con Begoña un rato largo, protestaba del desorden habitual de los papeles que le entregábamos y nos aconsejaba sobre asuntos varios.

No recuerdo bien cuándo supe que estaba enferma, creo que me lo contó Begoña, pero si tengo la imagen del primer día que apareció en la oficina con una peluca un poco tosca, que llevaba con mucho desparpajo, y cómo nos preguntó que tal le sentaba.

Han pasado dieciséis o diecisiete años, he cambiado varias veces de trabajo, pero Merche siempre ha estado ahí, asesorándonos a la familia, a buenos amigos, y a quienes creímos amigos y luego dejaron de serlo. Nos habíamos acostumbrado a sus rachas de quicio, a las prótesis que iba asumiendo con paciencia y muchísimo valor, y parecía que como ella decía, al tener muchos médicos ocupándose de que siguiera viva, le seguiría dando esquinazo a la enfermedad.

No ha sido así, la Navidad ha pillado a los médicos y a todos desprevenidos y Merche se ha ido, de repente, sin darnos tiempo a despedirnos. Después de tantos años de dar por descontado su presencia amable y valerosa tardaremos mucho en acostumbrarnos a su ausencia.

Cito a mi admirado Javier Marías porque no sé mejor manera de expresar lo que sentimos, en su artículo dominical habla hoy una vez más sobre el tiempo, la muerte y el olvido y como dentro de veinte años habremos olvidado a personas que hemos conocido. Y a su vez cita una carta de su amiga y escritora María Rosa Salas : “los que por algo me impresionaron claro que son inolvidables”.

Merche se encuentra entre los que “por algo” nos han impresionado, y nos será por tanto inolvidable.