domingo, 27 de septiembre de 2009

Learning from experience

Esta semana hemos ido a Glasgow para supervisar el lento avance de las obras de St Enoch, www.st-enoch.co.uk , que según las últimas previsiones concluirán, (parcialmente) a mediados de Noviembre.

Durante todo el largo proceso de dirección de diseño de esta reforma hemos insistido en la necesidad de realizar muestras a escala real de los elementos más significativos del centro comercial, y en particular de aquellos que se repiten en muchas ubicaciones del edificio.

Nuestra insistencia, y la de todo el equipo de diseño ha tenido poco éxito, salvo en el caso del suelo cerámico y de unos “juncos” gigantes que resumen la atmósfera del interior del Centro y que por suerte hemos tenido ocasión de revisar, corregir y ajustar hasta llegar a un resultado muy satisfactorio.

Sin embargo otros elementos en principio más sencillos y menos llamativos, como son las pilastras entre locales, o los chapados de escaleras mecánicas y ascensores han ido del plano a la obra de forma definitiva y sin vuelta atrás.

Y a la vista del resultado que el Cliente ha descrito como “far from being beautiful” y que nosotros describiríamos como tosco y poco afortunado es obligado hacer una reflexión.
¿Deberíamos, de acuerdo con nuestra formación, ser capaces de proyectar en el papel anticipando hasta el último detalle, matiz, color, textura? ¿ Es nuestra capacidad profesional la que debemos cuestionar cuando el resultado de lo construido no refleja nuestra intención de diseño?.

Por un lado me inclino a la autoflagelación, por otro sin embargo pienso que en el caso concreto de los interiores de los Centros Comerciales hay mucho más de decoración y diseño atmosférico que de arquitectura. Trabajamos a caballo entre la escenografía y el diseño industrial, inventando pilastras, columnas, lámparas, bóvedas decorativas, tejidos escultóricos, y piezas singulares que doten de identidad a esos a priori “no lugares” que son los centros comerciales.

Y entonces me reafirmo en la necesidad de probar a escala real, en sus condiciones de luz y posición definitiva esos elementos, del mismo modo que un diseñador hace muchas pruebas de una pieza hasta llegar al prototipo final.

No es posible controlar el resultado final de los “inventos” con los que creamos la atmósfera de un edificio sin controlar su producción y ejecución, y eso solamente se logra combinado un trabajo previo de taller con la ejecución de muestras in situ.

Espero que en el futuro seamos más eficaces a la hora de convencer al equipo de obra de esta necesidad.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Tengan cuidado!


Además de haberme hecho más perezosa, como prueban las escasas entradas en este blog, desde hace unos mese también soy más prudente, en lo que se refiere a la seguridad y salud. Ya no cruzo la calle si no es por el paso de peatones, camino en busca de pasos de cebra, me aseguro de que los conductores frenan antes de saltar a la calzada, evito las escaleras de mano en las visitas de obra, no salto zanjas, en resumen he eliminado las pacatas actividades de riesgo que ofrece un entorno urbano consolidado como el centro de Madrid.

La buena conducta suele llevar al aburrimiento, así que el viernes por la tarde, aprovechando que me encontraba por la zona, me animé a aventurarme por el lugar que antes conocíamos como la calle Serrano.

Recorrí el tramo desde Ortega y Gasset hasta la Plaza de Colón y dos días después me asombra no sólo haber salido de allí sin rasguño alguno y sin haber presenciado algún accidente. Caminé un buen trecho detrás del padre de una buena amiga y después detrás de una mujer con un cochecito de niño. Qué admirable valentía y pericia la de ambos para esquivar vallas a punto de caerse, trepar por rampas con una pendiente considerable, desatascar las ruedas del cochecito atrapadas en la arena cementosa, evitar golpes de trabajadores armados con señales de tráfico improvisadas, en fin, un gran mérito.

Cuando por fin llegué a Colón y ví lo que m faltaba no me sentí con ánimos de seguir hasta la Puerta de Alcalá, así que busqué una parada de autobús. Vi un poste rojo de la EMT junto a la calzada, y cuatro o cinco personas de pie en actitud de espera, así que deduje que nadie se había equivocado poniendo un poste entre dos vallas, si no que esa era la nueva parada. Por suerte no tuvimos que esperar mucho tiempo hasta que llegó el primer autobús que además era el que me convenía, no así al resto de pasajeros, que creo que subieron por miedo a quedarse solos en la “parada”. en cuanto se cerraron las puertas y se sintieron a salvo preguntaron al conductor o a otros pasajeros: “oiga, este va por Gran Vía o por Alcalá?”.

No voy a describir el peligro que supone para trabajadores, conductores y peatones la falta de medidas de protección mínimas en las obras de la calle Serrano, por desgracia no es necesario, este fin de semana falleció en hombre de un infarto, calló a una zanja. Otra persona fue atropellada mientras esperaba el autobús por una máquina que trabajaba en las obras.

Nos resignamos a tener la ciudad levantada por obras, puede que sean necesarias. No es necesario ni admisible que éstas supongan un peligro para los ciudadanos.