lunes, 6 de diciembre de 2010

Christmas thoughts



No deberían ser estos días en los que sentirnos abrumados por las obligaciones y tareas pendientes, todos con una fecha límite, el treinta y uno de Diciembre o en le mejo r de los casos y haciendo uso de la prórroga, el seis de Enero.


La Navidad, independientemente de su significado cristiano que todo los que hemos crecido en esta parte del mundo, devotos creyentes, practicantes y otros que no lo son tanto, agnósticos, ateos, apóstatas y conversos conocemos en mayor o menor medida y , al margen también de la desmesurada presión comercial que aumenta cada año, como si los vaivenes económicos se tomaran vacaciones los dos últimos meses del año, la Navidad digo, debería darnos una tregua, unos días lentos y dulces en los que poder disfrutar del privilegio de haber vivido otro año y contar con la posibilidad de disfrutar el siguiente, que no es poco.


En este hemisferio los días cortos y el frío sugieren tardes de sofá e infusiones con magdalenas que como la de Proust nos despierten la memoria, como ocurre con los niños pequeños, a los que les cantamos una canción que habíamos aparcado hace muchos años y de repente nos recuerdan a las personas que nos la cantaron y los lugares donde oíamos aquellos estribillos.


Si no empleáramos estos últimos días del año en intentar organizar el calendario de las reuniones familiares, profesionales, de amigos , que damos por supuesto como una obligación, y nos dedicáramos a pensar a quién nos apetece ver, saludar, para celebrar que seguimos en esta vida compleja, cuyo único inconveniente como bien repite Woody Allen es que se acaba, probablemente veríamos a las mismas personas, pero con más tiempo, puede que no tantas a la vez pero seguro con más interés.


Por primera vez en varios años quiero empezar a escribir tarjetas navideñas con tiempo, y disfrutar haciéndolo, quiero ver a mis amigos en lugares tranquilos y charlar, quiero buscar un regalo muy especial para Tristán y tal vez encontrar objetos que, como la magdalena, me recuerden a algunas personas, puede que compre alguno, pero sin llevar una lista, quiero disfrutar el final de este año tan diferente.


Os deseo lo mismo, o lo contrario, a cada uno lo que más le plazca, y a ninguno lo que más le pese.



domingo, 14 de noviembre de 2010

Farewell



Quince días deberían ser un tiempo suficientemente largo como para no ponernos "emotional", y a la vez corto para evitar la melancolía. Es el tiempo que llevamos sin la persona más positiva que he conocido, ella dice que tiene ”una mente maravillosa”, que le permite no pre-ocuparse por posibles problemas, bastante tiene con ocuparse de ellos cuando llegan.


Echamos de menos muchas cosas en el estudio, en lo profesional me refiero, cada día se produce alguna situación en la que alguno dice: “yo creo que esto Eva lo hacía así”, o” Eva sabía cómo resolverlo”, muchas es :“Eva sabía dónde estaba”. Torpemente y con paciencia vamos intentando hacer alguna de las muchas cosas que parecían resolverse solas. Supongo que lo iremos haciendo mejor.


En cambio me temo por mucho que lo intentemos no sabremos utilizar su archivo de chistes, las fotos divertidísimas que enseña en los momentos más caóticos, el sentido del humor que creemos que habrá sacado de Lopera, pueblo que no conozco pero que imagino como un “a caballo” entre una película del desaparecido Berlanga y una de Almodóvar.


Así que como estoy segura que recuerdas las contraseñas :


- Por favor Eva: utiliza este blog de vez en cuando para que sigamos viendo la vida a través de tus gafas!

domingo, 3 de octubre de 2010

Autumn leaves



Ha llegado el otoño, hace viento, algo de frío y parece que esta tarde lloverá. La semana pasada dicen que hubo huelga general, lo notamos en que no hubo periódicos y poco más, porque en estos días ver un negocio cerrado es habitual. Los días se acortan, la economía no se recupera, y el trabajo escasean y sin embargo…



Hay muchos motivos para estar contento, cada uno tendrá varios, uno de los míos se acaba de despertar de la siesta así que dejo a Miles Davis para otro rato y este post abierto para quien quiera contribuir a la alegría otoñal.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Phil Kelly



Phil Kelly murió hace tres semanas en el DF, mi hermano me reenvió un breve email de Ruth, la mujer de Phil, tanta tristeza en tan pocas palabras.


Veo los pocos cuadros que pude traerme de un viaje a México en las paredes de esta casa reciente, y la última cartulina que nos regaló a su paso por Madrid hace ¿tres, cuatro años? La colgamos en la habitación de Tristán, conjurando la belleza que deseamos para su vida.


Hará dos meses estuvo en casa un amigo galerista y me preguntó por los cuadros de Phil, tan diferentes de las obras que él expone en su galería. Le conté del primer cuadro que vi en una exquisita tienda de Oaxaca, que resultó ser de unos de los numerosos amigos de Phil y Ruth, que nos animó a llamarlos, la llamada a su casa y la suerte de haberlos visitado en el DF de regreso a Madrid.


Miguel los conoció más tarde, en la torre, un día nos visitaron Ruth, platicadora y cariñosa, Phil con su maletín de cuero salpicado de óleo de mil colores, un botella de vino blanco que tomaba con agua mineral, y las niñas como duendes, flotando entre los colores de su padre y la calidez de su madre.


Hablamos en esa visita de la posibilidad de exponer en Madrid pero la economía y empezaba a tambalearse y era difícil encontrar galerías dispuestas a arriesgar. Pensé que en el próximo viaje al DF iríamos a visitarlos, tan acogedores en la ciudad estresada.


Espero volver a ver a Ruth en el futuro, México siempre será una mezcla de recuerdos de cuando fui allí con diez años y los cuadros de Phil a pesar de su ausencia. El tiempo desdibuja aquellos primeros recuerdos, pero los cuadros seguirán en casa.


Esta mañana Tristán sonreía mirando la catedral de Oaxaca.



Madrid, Septiembre 2010

jueves, 12 de agosto de 2010

No comprendo



He vuelto a ver Rompiendo las Olas, de Lars von Trier. La primera vez que vi esta película, hace ya unos diez años, no estaba en mi mejor momento, confusa en lo profesional y destrozada en lo emocional. Pasé tres días encerrada en mi cuarto piso sin ascensor, la mayor parte de ellos llorando de espaldas a los balcones, comiendo aceitunas, yogures y huevos duros, que es lo que siempre queda en mi nevera. No recuerdo si fue Héctor, Paloma o Jorge quien me sacó de casa, sí que al salir decidí hacer un viaje y a los pocos días compré un billete de avión a Roma, y reservé un coche para ir hasta Sorrento.


El domingo Miguel me propuso volver a ver a peli como las vemos desde que nació T, en trozos y le dije que bueno, que no respondía de mi reacción pero que teniendo en cuenta que ahora si estoy en mi mejor momento y que la veríamos troceada me apuntaba al plan.


Terminamos de verla anoche. Quince horas después, ocho de ellas mezcla de insomnio pesadillas aún no puedo deshacerme del dolor de cabeza que me quedó tras llorar durante los últimos capítulos de la película.


Y esta vez que soy capaz de recordar algo más que el dolor intenso que me produce esta historia, no puedo dejar de preguntarme qué cuenta esta trágica historia, la Fe de Bess? El poder de la Fe de Bess?. La caja del DVD dice que cuenta el poder del amor pero yo no lo creo. Si acaso habla del poder del dolor, y de las formas de afrontarlo: el egoísmo, la generosidad, aquel lo envenena, éste lo sublima. Y sin embargo, no es esa sublimación del sufrimiento lo que predican los terribles hombres de la Iglesia a la que acude Bess, no es eso lo que le promete ese tremendo dios que habla por su boca? No es por tanto lo peor, lo más malvado de esta historia. Pero entonces, cómo es que su sacrificio produce finalmente el milagro, cómo es que Bess muerta hace que suenen campanas en el desierto Mar del Norte, por qué ese tremendo dolor consigue la dicha de los demás?


Me parece una película maravillosa, y sin duda la que más me ha emocionado hasta hoy. La “crucifixión” de Bess es congruente con la historia, pero me gustaría saber si el último capítulo es un homenaje o una burla cruel a su capacidad de creer. Tal vez dentro de unos años pueda verla de nuevo, con menos emoción y más inteligencia.

domingo, 8 de agosto de 2010

sábado, 17 de julio de 2010

El bulto



Paseamos todos los días, por la mañana salimos de casa y caminamos por nuestra acera, de este lado de la calle hay edificios y de los portales sale aire fresco que alivia el calor. Hay bares con terrazas nos paramos unas cuantas veces a saludar a algún vecino del barrio. Se oyen las voces de la gente y los coches que entran o salen de las calles que terminan en el paseo.



A medida que nos alejamos de casa cada vez se oye menos gente y más pájaros, el ruido de los coches se hace más monótono, casi no hay semáforos, y me voy quedando dormido mirando las hojas de los árboles. Llegamos a un último cruce en el que hay que pulsar un botón en un semáforo que está pegado a un árbol, me suelo despertar cuando las ruedas de mi silla tropiezan contra el alcorque.



En el suelo, pegado a la fachada del último edificio de la calle hay un bulto tapado con un plástico, mamá lo mira con algo de aprensión y lástima y enseguida gira mi carrito hacia la calzada de modo que yo quede de espaldas al bulto. Alguna vez tarda más en darse cuenta del bulto y puedo fijarme en él.



Debajo del plástico, que es como que ponen los días de lluvia para cubrir mi silla, hay una manta muy sucia, tiene rayas de colores que apenas se distinguen, puede que fuera azul como las mías pero casi se confunde con la acera, por un extremo asoman dos zapatos rotos. Algunas veces el bulto se rebulle, creo que es una persona, no es tan alto como papá pero es mucho más grande que yo. No sé si es hombre o mujer. Pasan personas a su lado pero nadie lo vé.



Cruzamos la calle ancha, mamá toca un árbol grande que está junto a la entrada del parque y volvemos por la acera que da al parque, bajo la sombra de árboles enormes.



Me vuelvo a adormecer y sueño con el bulto, sueño que es pequeño como yo y le pasean en una sillita. La gente de las terrazas le sonríen, y preguntan a su madre: cómo se llama, qué tiempo tiene, es llorón, come bien? Se interesan por él. Al entrar en el portal me despierto, si supiera hablar preguntaría a mamá por qué al crecer algunas personas desaparecen, por qué la gente deja de verlos. No sé si sabrá responderme, sé que ella ve el bulto todos los días pero no quiere mirarlo.

jueves, 17 de junio de 2010

PHOTOESPAÑA 2010


Una exposición fantástica, si bien es verdad que qué vamos a decir nosotros que por razones varias adoramos al artista.

martes, 18 de mayo de 2010

jueves, 22 de abril de 2010

Y a nosotros qué nos importa?


El viernes pasado íbamos T y yo en el autobús, T en el espacio reservado para carritos infantiles y yo en el medio, que ni es espacio ni está reservado para los adultos que transportan los carritos, haciendo equilibrios a cada frenada y arrancada. Tenemos la suerte de utilizar un autobús muy poco concurrido así que dentro de todo íbamos bien y tan contentos disfrutando el sol de la mañana primaveral.

Dos paradas después de la nuestra subió una mujer rubia muy oxigenada, parapetada tras unas enormes gafas de sol oscuras, toda ella muy de negro y dorado, bolso en una mano y teléfono móvil en la otra, y se sentó tras la barra que nos protegía de posibles impactos físicos.

Pero la EMT no ha previsto los impactos auditivos así que nada más salir de la parada T dio un respingo provocado por la voz estridente y a todo volumen de la rubia que, confiando toda su discreción a las gafas horteras, comenzó a compartir su vida con el resto de los pasajeros.

Así supimos todos, hasta el conductor, que su padre tiene una finca, a la que se iba a pasar el fin de semana, que el hombre, o tal vez otro hombre de la vida de la rubia, es diabético, así que había que conseguir ingredientes especiales para hacer un "fondant", que los ingredientes los vende en una pastelería en la Plaza de Manuel Becerra, una tal “Any Mary” a la que habitualmente paga con Visa, pero ese día iba a mandar a una recadera.-“ págalo tú hija y yo llamo y me entero de cuánto es y luego te lo acerco”. También, en una segunda llamada que hay unos cursos estupendos, - “no como los que hicimos el mes pasado, que no me enteré de nada porque soy muy zote”, de decoración de tartas, y elaboración de figuritas,.- "yo voy a repetir el de fondant porque me sale fatal”, (pobre padre o quién quiera que fuese el diabético al que iba a infligir la cata de un fondant chapucero), que la interlocutora de la rubia es mucho más hábil y le salen los muñequitos a la primera.Que los cursos empiezan el jueves 22 y son de diez a cinco de la tarde, (supusimos que incluyen almuerzo a base de los decorados pastelitos). Que de señal sólo piden 20 euros y el curso completo cuesta 150 euros, menos que el otro que estaba masificado, y que estos son para cinco personas, y así si eres zote, como se autocalificaba repetidamente la rubia, no te da apuro preguntar e interrumpir. Que se encontraba fatal, (energía para hablar no le faltaba) y llegaba tarde al médico, por eso no podía ir a Manuel Becerra. En la tercera llamada supimos que la organizadora de los cursos en cuestión se llama Isabel y podríamos dar su número de cuenta corriente por si algún lector de este blog tiene interés en la decoración “tartil”, pero no lo haremos porque igual es delito.

Nos bajamos dos paradas antes de lo previsto, incapaces de digerir más datos, y una vez recuperado del susto que supone el salto desde el autobús hasta la acera, pasando por la calzada, (nunca paran tan lejos como para apoyar las ruedas en la calzada, ni tan cerca como para evitarla y aterrizar directamente en la acera), T sonrió aliviado.

Otro día con más tiempo reflexionaremos sobre la discreción.

sábado, 10 de abril de 2010

lunes, 22 de marzo de 2010

Nuñez de Balboa


Trataré de escribir este post sin ponerme cursi, pero por las dudas no lo consiga pido disculpas de antemano. La cosa es que en medio de la aridez profesional que atravesamos hemos conseguido hacer un proyecto razonablemente satisfactorio y, sobre todo dirigir una obra y que el resultado se parezca mucho, pero mucho a lo esperado.

En realidad lo han conseguido Mary, Ama y Eva, mientras yo me dedicaba a mis labores. Las dos primeras haciendo más visitas de obra para una reforma de menos de doscientos metros, que para una nave de doce mil, y la tercera apoyando y aguantando estoicamente los regresos de las visitas.

El resultado es estupendo, y debemos reconocer que el contratista ha contribuido en mucho, porque con el mismo esfuerzo y dedicación pero con un contratista descerebrado de los que abundaban en tiempos de bonanza, todo hubiera sido muy distinto. No hubiéramos cumplido plazos, ni costes y posiblemente la calidad hubiera sido muy diferente, en esos días del todo vale.

Y aquí me pondría a hablar del equipo pero huyendo de lo cursi me limitaré a dar las gracias. María

martes, 9 de marzo de 2010

der Spiegel


Últimamente encuentro pocos momentos y más bien cortos para leer la prensa, muchos sólo leo la portada y la contraportada del periódico, y mis preferidos son los miércoles.

Los miércoles compramos La Vanguardia, es saludable olvidarse un día a la semana de intentar saber qué pasa comparando El Mundo y El País para después sacar tus propias conclusiones. Me parece que La Vanguardia, tal vez por su enfoque más local, trata las noticias generales, (las que afectan a ámbitos ajenos o más amplios que Cataluña) con cierta objetividad o puede que distancia. Además el suplemento “Culturas” es de lo mejor que se puede encontrar en la prensa, tanto por su edición como por sus contenidos, un placer si se tiene un rato largo para leerlo con detenimiento, cosa que no me ocurre en los últimos tiempos.

Pero lo que más disfruto son las entrevistas de la contraportada, en las que el entrevistado se autodefine en los titulares. Leer esas descripciones no me ocupa más de un minuto, algunas dos, y sin embargo me dan mucho que pensar durante varios días.

La mayoría de los entrevistados intenta ser ingenioso y caer bien. Todos ellos huyen de aquella manía que según El Principito tienen los adultos: dar números. Algunos incluyen su edad, única cifra que parece contener cantidad de información, ya sea la juventud, o por el contrario la experiencia, la madurez, el cansancio, la incertidumbre, como si todos estos estados no fueran en mayor o menor medida parte de cada una de nuestras edades.
Muchos incluyen su estado civil y creo que todos los que tienen hijos lo declaran, ahora entiendo por qué.

El resto de los datos no son objetivos, sino un perfil digamos emocional o ideológico y estos son los que me intrigan, porque en numerosas ocasiones no concuerdan con la entrevista que ocupa toda la página, cuando tengo tiempo de leerla. Uno piensa leyendo la autodefinición: qué tipo, qué mujer tan interesante, qué enrollado, valiente, comprometido, entregado, coherente, lanzado, o bien qué conservador, culto, inteligente. Y minutos más tarde, al leer la entrevista te dices puede que no estuviera en su mejor día o, qué preguntas más inadecuadas hizo el entrevistador, por qué no encuentro el desarrollo de lo que me prometía la descripción inicial.

Y cada miércoles por la noche me miro en el espejo e intento ver lo que soy, y compararlo con lo que me gustaría ser, con la esperanza de que cada día seamos más parecidos yo, y ese reflejo deseado.

viernes, 5 de febrero de 2010

Joy


A veces la vida es tan perfecta que da miedo, miedo de estar soñando y que todo lo que nos hace felices desaparezca al despertar.

No es que las calamidades cercanas y aún las lejanas nos resulten invisibles, o que suframos una sordera y ceguera selectivas ante las desgracias cotidianas. La felicidad hace que las sintamos a distancia, no sin tener cierto cargo de conciencia por quienes las padecen directamente. Y sin embargo somos conscientes de la fragilidad de nuestro escudo, y cargamos sobre nuestra espada un miedo constante porque sabemos que no somos inmunes al azar.

Si no fuera por ese miedo y la superstición que suele ir asociada a los temores escribiría en este blog sobre los últimos quince días, pero de momento confórmense con saber que soy muy feliz.

María de Juan

domingo, 10 de enero de 2010

Ausencia


Conocí a Merche a los pocos meses de conseguir mi primer trabajo estable, desde luego fue en la primera oficina de TECPLAN, en Plaza de Castilla.

Entre tantas personas diferentes y nuevas que conocí en ese primer año, Merche, la asesora fiscal y laboral de la oficina resultaba como de la familia. Venía una vez al trimestre y charlaba con Begoña un rato largo, protestaba del desorden habitual de los papeles que le entregábamos y nos aconsejaba sobre asuntos varios.

No recuerdo bien cuándo supe que estaba enferma, creo que me lo contó Begoña, pero si tengo la imagen del primer día que apareció en la oficina con una peluca un poco tosca, que llevaba con mucho desparpajo, y cómo nos preguntó que tal le sentaba.

Han pasado dieciséis o diecisiete años, he cambiado varias veces de trabajo, pero Merche siempre ha estado ahí, asesorándonos a la familia, a buenos amigos, y a quienes creímos amigos y luego dejaron de serlo. Nos habíamos acostumbrado a sus rachas de quicio, a las prótesis que iba asumiendo con paciencia y muchísimo valor, y parecía que como ella decía, al tener muchos médicos ocupándose de que siguiera viva, le seguiría dando esquinazo a la enfermedad.

No ha sido así, la Navidad ha pillado a los médicos y a todos desprevenidos y Merche se ha ido, de repente, sin darnos tiempo a despedirnos. Después de tantos años de dar por descontado su presencia amable y valerosa tardaremos mucho en acostumbrarnos a su ausencia.

Cito a mi admirado Javier Marías porque no sé mejor manera de expresar lo que sentimos, en su artículo dominical habla hoy una vez más sobre el tiempo, la muerte y el olvido y como dentro de veinte años habremos olvidado a personas que hemos conocido. Y a su vez cita una carta de su amiga y escritora María Rosa Salas : “los que por algo me impresionaron claro que son inolvidables”.

Merche se encuentra entre los que “por algo” nos han impresionado, y nos será por tanto inolvidable.