lunes, 21 de diciembre de 2009

martes, 8 de diciembre de 2009

Contra el cierre de las delegaciones del COAM: NO A LA IMPROVISACION


En el año 1992, cuando terminé la primera etapa universitaria y me colegié en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, ya se habían colegiado diez mil y pico compañeros. Descontando los fallecidos y los jubilados, (pocos en esta profesión tan longeva), seríamos unos siete u ocho mil compañeros en la Comunidad de Madrid.

Como mis primeras gestiones de colegiación, hermanamiento, seguros y demás había que realizarlas todas en la sede de la Calle Barquillo, no recuerdo si ya existía alguna de las delegaciones del Colegio, en todo caso si no era así no pasó mucho tiempo hasta que se crearon Marqués de Urquijo, Majadahonda, más tarde Padre Claret…

Desde su creación las delegaciones han sido eficaces, amables y muy capaces a pesar de las limitaciones propias de su condición. Nuestro estudio ha trabajado siempre con Marqués de Urquijo, por razones de proximidad física, y la valoración de su trabajo es excelente. Puede que nos ciegue la amabilidad de su gente, pero por otra parte en estos quince o diecisiete años no hemos encontrado un compañero que no prefiriera acudir a la delegación en lugar de pasar por el laberinto físico y administrativo en que se ha convertido la sede de Barquillo.

Antes de seguir con este post debo decir que personalmente he tenido la enorme suerte de heredar, que no merecer, un trato estupendo en Barquillo. Sin embargo cada vez que he ido a la Sede he visto a compañeros y clientes desesperados ante la complejidad de los procedimientos de visado, las esperas, y, sobre todo la ausencia de un interlocutor único que los guiara en las gestiones a realizar.

Puede que se deba al espacio físico más reducido que permite la comunicación entre el personal de la delegación, tal vez el mobiliario de mesas, mucho más accesible y cercano que los mostradores/barrera de la Sede, o simplemente la no - masificación, hacen que los colegiados prefiramos ir a una delegación y reservar Barquillo para los expedientes conflictivos. Y no se trata de una razón geográfica, de cercanía sino, insisto, de eficacia y fluidez.

Al principio, si no recuerdo mal, las delegaciones contaban con dos, en algunos casos tres personas en tareas de recepción, mecanización, visado y caja, y un arquitecto de control. A principios de los dos mil, con el boom inmobiliario, fueron creciendo en plantilla y asignando tareas específicas al personal que en los primeros años hacía de todo, sin perder en ningún momento la eficacia y sobre todo, manteniendo la fluidez de comunicación con el colegiado.


Ahora han llegado las vacas flacas, y el Colegio está despidiendo a buena parte del personal que contrató, en mi opinión de modo precipitado y primando cantidad sobre organización y revisión de procedimientos. La semana pasada me llegó la noticia de que un posible próximo paso sea el cierre de las delegaciones.

Somos ya cerca de veinte mil colegiados, descontando las bajas puede que quince mil y por negro que veamos el futuro próximo, a medio o largo plazo el trabajo volverá a condiciones digamos normales. Si no pensáramos así más nos valdría ir aprendiendo otro oficio.

Y me pregunto si en lugar de cerrar delegaciones no convendría pararse a pensar cómo debe funcionar la futura Sede de las Escuelas Pías y, teniendo en cuanta que las delegaciones han demostrado una calidad de servicio en las tareas de visado y gestiones cotidianas, no sería más sensato conservarlas. Puede que hay que hacer ajustes y reducir su plantilla de forma temporal pero me parece un disparate eliminar una estructura eficaz tanto para el colegiado como para los escasos clientes que quedan. A estos últimos, sólo hace falta que les hagamos volver a Barquillo para que pierdan las pocas ganas que les quedan de contratarnos.

De paso y con la amenaza de la posible desaparición de los Colegios convendría aprovechar el parón para revisar los procedimientos, intentar que el visado sea un valor añadido, una garantía de calidad, en lugar de un trámite administrativo y mejorar nuestro trabajo.

Además de este post, enviaremos cartas a la Decana, contra el cierre de las delegaciones, invitamos desde aquí a todos los compañeros que las utilizan a apoyar esta causa.

martes, 24 de noviembre de 2009

¿Lo quiere para regalo?


Llevábamos mucho tiempo sin publicar entradas y esta vez no ha sido por pereza, sino por Telefónica. En un acto de ingenuidad y a causa de la mudanza, se nos ocurrió solicitar un traslado y hemos conseguido quedarnos, sin ADSL, sin Imagenio y por el momento, sin traslado.

Como es mucho más fácil conseguir un “alta” que un traslado o una baja, he aprovechado una oferta de Movistar para correo en el móvil, que además mes es gratuito durante el primer mes, y aquí estamos, comunicándonos por la patilla mientras seguimos pagando una línea virtual que debe sonar en el limbo de las telecomunicaciones.

Mientras Telefónica averigua cómo trasladar una línea dentro del área de una misma centralita, nosotros nos hemos mudado, terminado una obra, presentado un concurso, se nos ha pasado la fecha de presentación de otro, lamentado pérdidas, celebrado pequeños logros, aprendido algunas cosas y, en los dos últimos días, hemos viajado a Glasgow.

Llevamos cinco años trabajando en la dirección de diseño de un centro comercial
www.st-enoch.co.uk y tras dos años de obras parece que se acerca el final del proceso. Desde que empecé en este oficio me resultan difíciles las fases de entrega de las obras, en lugar de ver lo que se ha logrado veo todo lo que se quedó por el camino. Ayer, en el viaje de vuelta Héctor me decía que a los realizadores les pasa lo mismo cuando llega el momento de editar: piensan en las imágenes que no rodaron.

Admito por tanto que no iba yo a Glasgow con la mejor disposición pero si que tenía mucho interés por ver el impacto de la nueva fachada en la ciudad, para mí el mayor y mejor empleado esfuerzo de estos cinco años, y probablemente, lo que quede y permanezca durante más tiempo.

Así que nada más llegar y tras dejar las maletas en el confortable Radisson, desafiamos el temporal, y nos dejamos arrastrar por los paraguas de los que tiraba un viento helador hasta St Enoch Square.

Hace tiempo hablamos aquí de dos pequeñas batallas que peleamos en este proyecto; la transparencia y la espectacularidad del volumen interior de la “caja de entrada”. Creíamos haberlas ganado, al menos en parte y sobre todo creíamos que el Cliente había entendido nuestra intención.

En varias ocasiones, hablando de posibles oportunidades de rótulos y gráficos, decidimos conjuntamente con el Cliente dar prioridad a la transparencia y respetar la rotundidad del volumen. Claro que entonces no era Navidad. Ahora tampoco pero el comercio necesita hacernos creer que sí, para enredarnos en la fiebre consumista anual, y ante eso no hay arquitectura, ni transparencia ni argumento abstracto que valga; la campaña navideña es la campaña navideña.

Miren la foto, procuraremos sustituirla por una mejor cuando Hector nos pase las suyas y vean qué bonito detalle el de envolver el edificio con ese dinámico lazo rojo, como regalo para la ciudad. Abajo a la derecha, tras el muro cortina que ha costado un dineral y meses de discusiones hay un reno entre cascadas de luces luminosas, detrás de ellos está la mayor inversión en espacio, decoración, texturas e iluminación del Centro Comercial, supuestamente su mayor atractivo, hasta que llegó la Navidad y nos lo empaquetaron para regalo.

Sólo falta la etiqueta dorada: “espero que te guste”. Por nuestra parte esperamos que en Enero, cuando pase la locura y puedan verlo, a los glasgewians también le guste el nuevo edificio.

domingo, 11 de octubre de 2009

In the mood for move


Después de la tormenta del miércoles por la noche, el aire madrileño está bastante aceptable, no llega a ser “la región más transparente”, mucho me temo que esos tiempos, como en México no volverán, pero al menos se puede respirar.

Desde nuestro balcón, la ciudad se ve nítida y roja, el sol de otoño favorece las cubiertas de teja y las azoteas de baldosín catalán, color caldero que siguen siendo mayoría, al menos en el centro.

Mañana, doce de Octubre, veremos la parte aérea del desfile militar de todos los años, y aún nos quedan veinte días para ver Madrid desde esta posición flotante, sostenida en lo alto por el ruido y los olores de la Plaza de España. Ahora mismo suenan las campanas de alguna iglesia entre los motores de los coches, alguna breve bocina dominguera y la percusión de un grupo de capoeira que se suele reunir abajo. Dentro de un rato llegará el olor a gioza y tallarines del restaurante chino inverosímil, sumergido bajo la fuente de la plaza.

Hace menos de un mes aún protestábamos del bullicio, del olor, del aire enrarecido. Hoy los echo de menos al tiempo que los percibo. No sabemos qué ocurrirá mañana, y sin embargo anticipamos la nostalgia de lo cotidiano, lamentamos por adelantado pérdidas futuras.

En estos seis años felices he aprendido que el tiempo pasado no fue mejor, que comparar con lo ya vivido es perderse parte del presente, y que anticipar lo que sentirás mañana suele ser inútil, porque mañana no serás el mismo que hoy.

En veinte días nos vamos a una casa nueva, diferente, desde la que veremos más árboles y muchos menos tejados. En las mudanzas que he hecho hasta ahora pasaba las últimas semanas en un estado nostálgico hasta la cursilería, abriendo cajones, revisando recuerdos. Esta vez creo que voy a comprar bolsas de basura y a eliminar todo lo prescindible para hacer sitio a todo lo bueno que está por venir.

Las vistas nos las llevamos con nosotros. Los ruidos y los olores entran en la categoría de lo prescindible.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Learning from experience

Esta semana hemos ido a Glasgow para supervisar el lento avance de las obras de St Enoch, www.st-enoch.co.uk , que según las últimas previsiones concluirán, (parcialmente) a mediados de Noviembre.

Durante todo el largo proceso de dirección de diseño de esta reforma hemos insistido en la necesidad de realizar muestras a escala real de los elementos más significativos del centro comercial, y en particular de aquellos que se repiten en muchas ubicaciones del edificio.

Nuestra insistencia, y la de todo el equipo de diseño ha tenido poco éxito, salvo en el caso del suelo cerámico y de unos “juncos” gigantes que resumen la atmósfera del interior del Centro y que por suerte hemos tenido ocasión de revisar, corregir y ajustar hasta llegar a un resultado muy satisfactorio.

Sin embargo otros elementos en principio más sencillos y menos llamativos, como son las pilastras entre locales, o los chapados de escaleras mecánicas y ascensores han ido del plano a la obra de forma definitiva y sin vuelta atrás.

Y a la vista del resultado que el Cliente ha descrito como “far from being beautiful” y que nosotros describiríamos como tosco y poco afortunado es obligado hacer una reflexión.
¿Deberíamos, de acuerdo con nuestra formación, ser capaces de proyectar en el papel anticipando hasta el último detalle, matiz, color, textura? ¿ Es nuestra capacidad profesional la que debemos cuestionar cuando el resultado de lo construido no refleja nuestra intención de diseño?.

Por un lado me inclino a la autoflagelación, por otro sin embargo pienso que en el caso concreto de los interiores de los Centros Comerciales hay mucho más de decoración y diseño atmosférico que de arquitectura. Trabajamos a caballo entre la escenografía y el diseño industrial, inventando pilastras, columnas, lámparas, bóvedas decorativas, tejidos escultóricos, y piezas singulares que doten de identidad a esos a priori “no lugares” que son los centros comerciales.

Y entonces me reafirmo en la necesidad de probar a escala real, en sus condiciones de luz y posición definitiva esos elementos, del mismo modo que un diseñador hace muchas pruebas de una pieza hasta llegar al prototipo final.

No es posible controlar el resultado final de los “inventos” con los que creamos la atmósfera de un edificio sin controlar su producción y ejecución, y eso solamente se logra combinado un trabajo previo de taller con la ejecución de muestras in situ.

Espero que en el futuro seamos más eficaces a la hora de convencer al equipo de obra de esta necesidad.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Tengan cuidado!


Además de haberme hecho más perezosa, como prueban las escasas entradas en este blog, desde hace unos mese también soy más prudente, en lo que se refiere a la seguridad y salud. Ya no cruzo la calle si no es por el paso de peatones, camino en busca de pasos de cebra, me aseguro de que los conductores frenan antes de saltar a la calzada, evito las escaleras de mano en las visitas de obra, no salto zanjas, en resumen he eliminado las pacatas actividades de riesgo que ofrece un entorno urbano consolidado como el centro de Madrid.

La buena conducta suele llevar al aburrimiento, así que el viernes por la tarde, aprovechando que me encontraba por la zona, me animé a aventurarme por el lugar que antes conocíamos como la calle Serrano.

Recorrí el tramo desde Ortega y Gasset hasta la Plaza de Colón y dos días después me asombra no sólo haber salido de allí sin rasguño alguno y sin haber presenciado algún accidente. Caminé un buen trecho detrás del padre de una buena amiga y después detrás de una mujer con un cochecito de niño. Qué admirable valentía y pericia la de ambos para esquivar vallas a punto de caerse, trepar por rampas con una pendiente considerable, desatascar las ruedas del cochecito atrapadas en la arena cementosa, evitar golpes de trabajadores armados con señales de tráfico improvisadas, en fin, un gran mérito.

Cuando por fin llegué a Colón y ví lo que m faltaba no me sentí con ánimos de seguir hasta la Puerta de Alcalá, así que busqué una parada de autobús. Vi un poste rojo de la EMT junto a la calzada, y cuatro o cinco personas de pie en actitud de espera, así que deduje que nadie se había equivocado poniendo un poste entre dos vallas, si no que esa era la nueva parada. Por suerte no tuvimos que esperar mucho tiempo hasta que llegó el primer autobús que además era el que me convenía, no así al resto de pasajeros, que creo que subieron por miedo a quedarse solos en la “parada”. en cuanto se cerraron las puertas y se sintieron a salvo preguntaron al conductor o a otros pasajeros: “oiga, este va por Gran Vía o por Alcalá?”.

No voy a describir el peligro que supone para trabajadores, conductores y peatones la falta de medidas de protección mínimas en las obras de la calle Serrano, por desgracia no es necesario, este fin de semana falleció en hombre de un infarto, calló a una zanja. Otra persona fue atropellada mientras esperaba el autobús por una máquina que trabajaba en las obras.

Nos resignamos a tener la ciudad levantada por obras, puede que sean necesarias. No es necesario ni admisible que éstas supongan un peligro para los ciudadanos.

domingo, 30 de agosto de 2009

Desahuciadores anómimos


He dedicado unos cuantos días calurosos de este largo mes de Agosto a buscar un piso en alquiler.

Desde hace cinco años la Propiedad del edificio en el que vivimos no renueva los contratos, de modo que se ha ido vaciando lenta y tristemente. Al principio los inquilinos nos desahogábamos en los ascensores, criticando la avaricia de la inmobiliaria cuyos planes imaginamos: reformar y subir las rentas considerablemente. Desde que la crisis (ahora llamada recesión), puso a esta empresa en el mismo sitio que a casi todos los demás, en la calle y dependiendo de la improbable ayuda bancaria, ni siquiera sabemos contra quién despotricar.

Los recibos y las amenazas que nos llegan para que abandonemos sin demora siguen llevando el mismo membrete, pero ya no hay un teléfono al que llamar, el supuesto gerente que antes ocupaba un cuartito junto a la conserjería ya no viene. Tanto los habitantes como los escasos trabajadores de mantenimiento, seguridad y limpieza, nos referimos a los propietarios con un “ellos”, que tanto vale para los bancos que supuestamente han tomado las riendas de la inmobiliaria como para un sisniestro grupo de malvados que estuvieran especulando con el incierto futuro del mercado de alquiler.

Esta será mi cuarta mudanza y a pesar de que tengo motivos sobrados para ilusionarme con los próximos meses no puedo quitarme la sensación de estar siendo desahuciados, sobre todo cuando al llegar a casa, de los seis ascensores que tenemos sólo funciona uno, que por las tardes apesta a basura porque el montacargas en el que se bajaban los cubos hasta hace unos meses ha sido inutilizado. Los fines de semana sólo podemos entrar o salir por una de las ocho puertas que antes teníamos, y en la conserjería hay un vigilante con aspecto de necesitar ir al baño, pero no puede porque está solo y cómo va a abandonar su puesto. Las bombillas se van fundiendo y nadie las sustituye, el agua del grifo que nunca fue cristalina, ahora es claramente marrón.

A pesar de todo, cuando llego a casa, la vista desde cualquier ventana y la costumbre de encontrar nuestras cosas en el sitio que han ido encontrando en estos seis años compensan el mobbing inmobiliario al que nos están sometiendo “ellos”.

Hemos encontrado un buen candidato a ser nuestro nuevo hogar y ahora nos encontramos ante la temida situación: tenemos que identificar esos “ellos” y comunicarles que nos marchamos antes de que nos echen. Hace dos meses intenté comunicarme con “ellos”, entonces fue para reclamar unos servicios comunes que pagamos puntualmente y que desde hace meses se van reduciendo sin explicación alguna. El teléfono que teníamos de cuando alquilamos el piso no da respuesta, así que llame a la centralita que aparecía en Internet. Después de hablar con varias persona la respuesta que obtuve fue que había un individuo que se ocupaba de este inmueble pero que no estaba habitualmente en las oficinas de la inmobiliaria, dejé mis datos, aclarando que yo era una persona física con nombre y apellidos y fácil de localizar, y aún sigo esperando una llamada.

La semana pasada vimos la película 1984, basada en la novela de Orwell. Cuando detienen al protagonista, antes de ser llevado a la habitación 101, en la que traicionará su pensamiento, éste le plantea al torturador la gran duda: existe el Gran Hermano? Es un individuo real o se trata de una imagen creada para alienar a los ciudadanos?

A una escala doméstica, es la misma pregunta que me hago ahora: nos hemos resignado al mobbing inmobiliario y al lamentable y lento desahucio pero no me gustaría marcharme de aquí sin poner una cara, al menos un nombre, unas siglas, a esos “ellos”.

Ya veremos si lo consigo, o si como Winston Smith nos quedaremos con la duda de si la inmobiliaria en cuestión es un mero icono de otra gran especulación bancaria.

sábado, 8 de agosto de 2009

Lost in translation


Hace tres meses empezamos la dirección de una obra, con un proyecto redactado por unos compañeros. Durante la redacción del proyecto, como asistentes del Cliente final hemos tenido varias reuniones para hablar de costes, tema bien concreto y de otras materias más abstractas como la estética y la integración del edificio en su entorno, pero nunca se planteó la posibilidad de que nos pusiéramos la gorra de Dirección Facultativa.

Por razones ajenas a todos los técnicos involucrados en el proceso así es como hemos terminado, y después de un tiempo de rodaje y un buen susto por un error en obra, creo que ésta es una experiencia enormemente enriquecedora y que casi debía ser parte del aprendizaje del oficio.

Desde que me encargaron mi primer proyecto: una reforma de una joyería cuando aún estaba en la escuela, recuerdo que mi padre al ver los primeros bocetos y planos me dijo: “dibuja pensando que los planos los leerá otra persona, imagina que tú no estás en la obra y otro compañero tiene que materializar lo que tú has pensado.” Es uno de los mejores consejos profesionales que me ha dado y me sigue repitiendo, y aún así me temo que no hemos hecho un solo proyecto que, puesto en manos de un tercero, sea suficientemente completo como para no necesitar aclaraciones, ampliaciones y en muchos casos correcciones.

Desde que IKEA apareció en nuestras vidas nos hemos acostumbrado a llegar a nuestras casas con un paquete lleno de piezas y confiar en un folleto explicativo para que aquello llegue a ser un armario, una estantería o una silla. Casi todos hemos despotricado cuando después de seguir primorosamente las instrucciones, el armario FACTOTUM nos ha quedado cojo, los tiradores están dentro de los cajones y el tablero para anclarlo a la pared nos ha quedado del lado equivocado.

Probad alguna vez a leer un proyecto, ya no digo ajeno, sino vuestro, como si se tratara de un mueble de IKEA y tuvierais que montar las piezas. No sólo no sabréis donde va cada pieza sino que os faltarán cotas que permitan hacer un replanteo, echaréis de menos secciones y detalles de puntos clave. Si el proyecto es propio, con un poco de experiencia saldréis adelante improvisando y resolviendo sobre la marcha, si es ajeno la cosa se complica bastante, porque las soluciones suelen ser múltiples y el respeto a los compañeros redactores os hará dudar qué solución tenían en mente.

Un año más, a pocas semanas de iniciar la temporada hacemos el propósito de mejorar nuestros proyectos, por eso este año vamos todos a obra, es la mejor forma de ver todo lo que falta en nuestros documentos.

Y ahora me voy a ver si consigo averiguar para qué sirve una pantalla de hormigón que va de ningún sitio a ninguna parte y sobre la que parece ser que tenemos que recibir unos lavabos, espero que los compañeros tuvieran en mente una instalación vista, si no me veo dando instrucciones de rozar el hormigón.

domingo, 12 de julio de 2009

Borrando la fealdad


Desde hace algunos años tenemos la extraordinaria suerte de ver en casa un cuadro de Gonzalo Sicre, www.gonzalosicre.com. Se trata de una vista nocturna del paseo la Playa de San Lorenzo, en Gijón, el mismo paseo que recorremos estas tardes de verano.

La semana pasada Greenpeace publicó un informe demoledor sobre el urbanismo en las costas españolas, que denunciaba la poca eficacia de la tan traída Ley de Costas, y la falta de respeto que tanto de los particulares como las empresas y la propia Administración demuestran por nuestro litoral.

Confieso no estar libre de pecado al menos de pensamiento, en cuanto a la posibilidad de tener una idílica casita junto al mar, quién no ha pensado en ello, especialmente si la costa es hermosa como ocurre en la mayoría de los parajes protegidos. Pero no he pasado del pensamiento, porque hace muchos años, en el Noroeste de Ibiza, supe que ése era el sueño de muchos, y que desgraciadamente, si todos nos pusiéramos a cumplirlo, terminaría siendo una pesadilla.

Aún así comprendo que las zonas aisladas fueran en el pasado difíciles de controlar, y aunque me produzcan tristeza, no me irritan las pequeñas urbanizaciones ilegales que crecen como setas por toda la costa.

Lo que no puedo entender es la tolerancia, la indiferencia y en algunos casos la protección o el fomento por parte de la Administración, de las barbaridades urbanísticas de los núcleos urbanos.

Volviendo a Gijón, en donde empezaba este post, las calles que bordean la Playa de San Lorenzo son una sucesión de despropósitos probablemente crecidos entre los años sesenta y ochenta, que no sólo tienen alturas desmesuradas y desiguales, sino que han soportado muy mal los años y el clima asturiano. Solamente un pequeño tramo muy cerca de la Plaza Mayor, conserva la edificación imagino que original de la ciudad, de cinco plantas como máximo, y envejece con dignidad a pesar de su vetustez.

Consciente del deterioro ya peligroso de las fachadas, con posibles desprendimientos, el Ayuntamiento de Gijón puso en marcha hace unos años un programa de restauración para la zona. Y aquí es donde pregunto: qué debe prevalecer: el derecho individual a conservar tu piso en la planta quince de uno de los monstruos, o el derecho actual y sobre todo futuro de la ciudad a tener un urbanismo sostenible y digno?

Como la pregunta es compleja, la Administración optó por el derecho a corto plazo, que suele reportar más votos, es decir, mantener los edificios y revestirlos con una nueva piel para “embellecer” la ciudad. No merece la pena comentar la falta de criterio empleada en la inmensa mayoría, el muro cortina efecto espejo resulta mucho más abrumador y repulsivo que las viejas terrazas mordidas por la erosión del mar.

Yo paseo por la Playa de San Lorenzo y recuerdo el cuadro de Sicre: es de noche, hay una niebla suave, como de llovizna y no se ven más que la barandilla blanca y las farolas del paseo, intento hacer como el pintor y borrar la fealdad.

domingo, 21 de junio de 2009

Incompresión


Nos sorprende la situación de Irán: "cómo es posible", pensamos.


Imaginense lo que pensará un iraní del último asesinato de ETA.
Cómo es posible que en una nación donde nadie pone en duda los procesos electorales, donde estanos tan orgullosos por la libertad recobrada, queden asesinos escondidos tras una falsa coartada que caducó hace mucho.




domingo, 14 de junio de 2009

SUERTE (y algunos cretinos)


En los últimos meses hemos hablado en el estudio sobre la suerte, esa combinación de circunstancias que están fuera de nuestro control y de las que depende que un hecho pueda ser un accidente con más o menos consecuencias o una tragedia.

Hace ya dos semanas de la tragedia del avión de Air France y siguen apareciendo historias estremecedoras como la del matrimonio italiano que perdió el avión y salvo la vida, pero que al llegar a Italia tuvo un accidente de tráfico en el que la mujer falleció. Quince días atrás parecían bendecidos y elegidos por la suerte, hoy cruelmente indultados en falso.

Ayer volvíamos de la playa en coche, conducía Miguel bastante tranquilo, a no más de ciento veinte, casi no había tráfico y repasábamos inventario de la nevera pensando en hacer una ensalada al llegar a casa. Al pasar un cambo de rasante vi cómo el coche de delante que estaría a unos doscientos metros patinaba transversalmente por la calzada, parecía una alucinación, creo que grité y busqué el teléfono móvil en un acto casi reflejo. Lo siguiente que recuerdo o imagino, no sé bien, es el choque brutal del coche de delante contra las biondas de la mediana, pensé que se despeñarían por el talud, y el rebote del coche que volando y tras una o dos, (tan rápido que no lo recuerdo), vueltas de campana, aterrizó boca abajo contra el arcén derecho.

Miguel paró mientras yo hablaba con el 112 y otros conductores frenaban para ayudar. Me dijo: vé hacia el coche que yo voy a indicar que hay un accidente para que no haya más. Por suerte en seguida aparecieron unos médicos que viajaban en sentido Levante y cruzaron la autovía a pié y asistieron a la pareja mayor que había quedado atrapada en el coche. Los sacaron con cuidado, los demás no nos habíamos atrevido, los médicos del 112 recomendaron por teléfono no moverlos.

La mujer estaba ensangrentada y tumbada en el arcén, cubierta por un paraguas mientras esperábamos la ambulancia. El hombre, conmocionado y aturdido, con algunos rasguños miraba a su alrededor tratando de entender lo que ocurría, desconcertado, vapuleado y rescatado por la suerte en apenas diez minutos.

Mientras tanto Miguel y un hombre latinoamericano intentaban frenar a los coches que venían despendolados por la autovía. Ni los triángulos de aviso, hasta cuatro colocamos, ni la presencia de dos personas con chalecos amarillos, haciendo aspavientos con los brazos conseguían frenar a una buena cantidad de cretinos acelerados. ¿qué coño pensarían que estábamos haciendo en medio de la calzada? ¿Creerían que érams una banda de vehículos atracadores intentando parar su carrera loca para asaltarlos? En vaias ocasiones casi se produce el choque en cadena que intentábamos evitar, porque al llegar a la altura de los restos del coche accidentado frenaban en seco, tal vez por prudencia tardía, mucho me temo que por morbosidad lamentable. El compañero de Miguel se preguntaba con un dulce deje latino: “¿pero por qué no paran? ¿qué no ven que hay un accidente?, al rato desesperado los insultaba “hijos de puta!”.

No creo que llegaran a oir nada los cretinos blindados en sus vehículos acondicionados y veloces.

Por fin llegaron guardia civil, ambulancias y bomberos por ese orden. Los guardias relevaron a los voluntarios poniéndose ya no en el arcén sino en medio de la calzada a parar a los descerebrados que ahora sí, frenaban como buenos chicos. Mientras declarábamos como testigos nos dijeron que parecía haber sido un reventón de un neumático.

Nos marchamos muy tocados por la experiencia, la única imagen que recuerdo con tanto detalle que podría dibujarla de memoria, es la cara del conductor accidentado, con un sombrero de paja con una cintita roja que alguien le prestó para protegerlo del sol. El asombro, el pavor, el desconcierto, el desamparo ante una situación incomprensible porque no ha sido calculada, ni fruto de una imprudencia propia o ajena.

Mi tío Julio, del que algún día hablaré más despacio siempre decía: “Chavala: en esta vida hay que tener suerte, y si no te toca, no hay nada que hacer”.

Ayer todos tuvimos suerte, la pareja que salió viva del accidente, los que lo vimos en lugar de sufrirlo los médicos que cruzaron la autovía valientemente para ayudar, los que intentaron evitar más accidentes avisando al resto de los coches, y hasta los estúpidos que no frenaban.

Estos últimos deberían saber que aunque sea impredecible a la suerte es mejor no tentarla.

domingo, 7 de junio de 2009

Lo que de verdad importa


De nuevo metidos en un concurso, ocupación habitual del estudio en estas vacas flacas. Esta vez se trata de un centro educativo, un concurso convocado por la Administración Pública. Los Centros de Formación, como los museos son programas especialmente atractivos para nuestro gremio. Nos permiten soñar que nuestro buen oficio contribuirá a la educación de generaciones, que los alumnos que estudien en nuestros edificios serán más sensibles, más cultos, más tolerantes, gracias a los espacios que hemos proyectado.

Cuando empezamos a leer las bases tono sonaba prometedor, aulas para niños de distintas edades, biblioteca, huertos, zonas de juego, áreas deportivas… qué más se puede pedir. Enseguida encontramos la trampa, resulta que todos esos recintos prometedores están regulados y pre- diseñados por la Administración, imagino que en aras de una homogeneización social y eficacia productiva. Por si fuera poco no sólo están reguladas las dimensiones sino los sistemas constructivos, acabados, y hasta las dotaciones de cada local.

Comenté con Héctor,
http://maHrte.blogspot.com la frustración del estudio al ver que había poco que pensar y certero, como quien vé las cosas con más distancia me contestó: “ ¿qué más queréis?, Así os dará tiempo a pensar en lo que de verdad importa, la Arquitectura”.

Al día siguiente agarré papel de croquis y un lápiz y me di cuenta de que H esté en lo cierto. Los estándares establecidos en las bases resuelven la construcción, algunos asuntos logísticos y de mantenimiento, pero no son Arquitectura. Con las mismas piezas se pueden hacer unos barracones que resuelvan una necesidad social, o crear un espacio educativo en el que la Arquitectura contribuya a la vida de docentes y alumnos.

La semana pasada conocimos a Alejandro de la Sota, uno de los hijos de Don Alejandro, nos contó su iniciativa de digitalizar toda la documentación del estudio de su padre, a través de una fundación, y su incorporación a
www.alejandrodelasota.org , qué recomendamos visitar.

Durante la conversación, en la que recordaba el entusiasmo y la alegría con que su padre encaraba el oficio y la vida misma, yo recordaba que cuando estudiaba en la escuela, fantaseaba con volver a la infancia y poder estudiar en el Colegio Maravillas. Imaginaba que cualquier niño que hubiera pisado ese gimnasio, tendría una sensibilidad especial, ahí estaba Pilar Ortega para corroborar mi teoría.

Volviendo al concurso, habrá que mirar con entusiasmo la parcela desolada y atravesada por un tendido eléctrico y soñar con las personas que la ocuparán, y poner todas las ganas en hacer Arquitectura con las piezas disponibles.

Se puede, y además será un placer intentarlo.

domingo, 24 de mayo de 2009

La gripe B-I (Boda Inminente)

Llevamos varias semanas alarmados por los medios de comunicación, que han decidido mutar en comunicación de miedos. Una variante del virus de la gripe, con la que convivimos desde hace siglos y que en el pasado ha causado estragos en poblaciones poco prevenidas y menos vacunadas que las actuales, ha pasado de los gorrinos a unos cuantos humanos.

La gripe A es un virus un tanto antojadizo, y qué mejor país para el antojo que México. Así que desde el DF se ha ido antojando de nativos y turistas que lo han ido distribuyendo por otras ciudades y países.

Y se han ido contagiando mexicanos de a pié, turistas, estudiantes y soldados ociosos, y otra gente corriente, mientras que Obama, su séquito y un montón de gente se han librado a pesar de estar en el supuesto foco del aunto. Al no tener una pauta y ser tan voluble; este se muere, a esos otro le da un poquito fiebre, a aquellos mocos, el virus ha dado lugar a previsiones funestas y avisos de porcentajes de infectados que asustan a cualquiera.

Nosotros, una vez tranquilizados por la familia mexicana, que ha pasado estos días con la misma resignación y calma con la que se toman la amenaza diaria de vivir en un país tan fantástico como imprevisible, (tal vez el riesgo sea parte de su encanto), nos hemos sometido a una particular mutación del virus, la Gripe B-I.

Daniel se casó ayer por la tarde. Sabíamos desde hace meses su condición de portador del virus pero hasta hace seis semanas no había síntomas de transmisión. Un lunes tomando café en Martín alguien brindó por su felicidad y ahí me di cuenta del inicio de contagio. Fue decir “ se casa” y en un instante los camareros, normalmente ceñudos, la gente de la barra que oyó el comentario, el tipo de mantenimiento del edificio, y hasta los guiris del bus turístico que pasaba por la puerta, sonrieron y voltearon los ojos embelesados.

Desde entonces en el estudio no se ha hablado de la crisis, ha habido más cajas de zapatos que maquetas, más sedas que papel de plotter y más eye liner que portaminas. Los ordenadores parecían los de la redacción de VOGUE y las discusiones sobre el color se referían a los tocados en lugar de muros o cubiertas.

En un ambiente tan contaminado, a punto estuve la semana pasada de subir a este blog una cursilada sobre el amor y la felicidad, que hubiera desanimado a nuestros pocos pero constantes lectores. Por suerte decidí no hacer hoy lo que podía dejar para mañana, y al día siguiente los síntomas empezaron a remitir.

Creo yo que la gripe B-I se contagia por las ganas que tenemos todos de tener parte de la ilusión que produce decidir pasar tu vida con alguien. Los novios toman una decisión muy importante mientras los demás merodeamos alrededor intentando pillar un poco de contento.

En cambio no entiendo a los medios de comunicación y los políticos: ¿qué les mueve a amenazarnos con una pandemia de Gripe A, que por otra parte no parece ser más agresiva que cualquier otra gripe? ¿Será que quieren distraernos mientras intentan decidir que hacer con la crisis? ¿Será sólo la ilusión de tener algo nuevo que contar? Esperemos que sea lo segundo y que como siempre se cansen pronto.

En cuanto a la variante B-I deseamos que Mar y Daniel sean muy felices y nos preparemos para la próxima epidemia.

sábado, 9 de mayo de 2009

Cansados, qué bien...


Las dos últimas semanas han sido intensas.

Hemos pasado del susto a la calma con leves paradas en todas las estaciones intermedias: miedo, asombro, ansiedad, alivio, entendimiento y por fin ahora encaramos el trayecto de regreso hacia la normalidad.

Al imprevisto ajetreo se han añadido un concurso peleado con ganas por Mary y Ama, un arranque de obra complicado y confuso, y los prolegómenos de la despedida de Daniel, con toda la alegría por su felicidad y la nostalgia anticipada por su próxima ausencia.

El caso es que estoy agotada, tanto que me cuesta escribir, y me he puesto a pensar en el cansancio. Desde muy pequeña me acostumbré a asociar el cansancio con una falta grave, prima hermana de la pereza, pecado capital según nos enseñaban en el colegio. No era bueno estar cansado, debíamos concentrarnos en la satisfacción del deber cumplido y no abandonarnos a la lasitud.

La gente no quiere estar cansada, se atiborra a vitaminas, micebrinas, cafeinas y toroinas para luchar contra el agotamiento. Yo pienso en cambio que el cansancio es bueno, nos recuerda nuestra propia fragilidad y por eso mismo nos hace fuertes, nos permite reflexionar sobre nuestras limitaciones y desde ellas averiguar nuestras capacidades, nos devuelve indulgentemente a la infancia, con sus necesidades básicas y fundamentales.

Y en mi caso particular me cura el insomnio crónico que me permite elaborar borradores de historias y reflexiones para este blog. Así que con su permiso, voy a dejarme llevar, escribiré menos y soñaré más durante unos días, hasta pronto.

domingo, 26 de abril de 2009

sábado, 18 de abril de 2009

Geología de una conversación


“Where are you from?” he said, - tan pronto como la azafata les sirvió las bebidas y empujó el carrito hacia la siguiente fila. Ella se había quitado los auriculares, que llevaba desde el principio del vuelo, para pedir un zumo y un vaso de agua. Los había dejado colgando de su cuello y se podían oir unas notas suaves, jazz o soul. Estaba leyendo un libro de Henry James en inglés.

“Madrid, Spain”, she said briefly – sin siquiera devolver el consabido y esperado “and you?” – estaba demasiado cansada para iniciar una conversación y quería volver a su música. Él había pedido vino blanco y manoseaba su Ipod, tenía unos auriculares enormes sobre el cuello de los que salía música disco.

“Spain! I am French but I live in Japan and I am going to Madrid, I am so excited! he responded back – sin darle tiempo a retomar el libro o la música. Ella pensó, “I wish you were tired instead”, pero le pudo la cortesía y le dijo que se alegraba por él y que seguramente le encantaría Madrid.

Tras un par de frases halagadoras sobre su buen inglés, que no esperaba de una española, él se lanzó a contarle su vida, se notaba que le parecía fascinante. A los dieciocho años se había marchado de París a New York, y desde hacía siete vivía en Tokio; tenía treinta. Era osteópata y la mayoría de sus pacientes eran mujeres. Ella intentó recordar qué era la osteopatía y si tenía algo que ver con la homeopatía o la acupuntura, aunque sonaba más a huesos. Notó la tensión en su espalda, después de dos días agotadores y un colchón demasiado blando y deseó no haberse quitado los auriculares.

“So, tell me about you”, what do you do for life? He asked, - después de un tiempo largo en el que ella aparentaba escuchar y le devolvía algún yes, do you?.

No le apetecía lo más mínimo hablar de su trabajo, tenía el libro entreabierto en las manos desde hacía rato y esperaba que él se cansara de hablar. Miró un rato el Ipod en silencio y levantó los ojos hasta los de él. “I am a singer”, she said, - al cabo de unos segundos, venía de un concierto en el Clyde Theatre Glasgow, y ahora volvía a casa después de una gira agotadora por Europa. Le contó cosas de las ciudades en las que había cantado, la reacción del público romano, la frialdad de Milán, el aburrimiento de Rótterdam y la cancelación del concierto en Berlín, en donde nunca había estado. El estaba entusiasmado, pensaba visitar todas esas ciudades, en realidad extrañaba Europa y quería hacer un recorrido, regresar a Japón a buscar sus cosas e instalarse precisamente en Berlín, lástima que no ella no pudiera contarle algo esa ciudad.
What can you recomend in Madrid?, he asked - ella le hizo un plano con los mejores locales de música en directo y salas de conciertos.

Cuando aterrizaban el le preguntó su nombre, “Eva” she said. Sólo llevaba una bolsa de mano y quería llegar pronto a la cola de los taxis pero le indicó dónde tenía que esperar su equipaje, se le veía un poco desamparado a pesar del sombrero y la bolsa Freitag de moderno cosmopolita . El le preguntó su apellido, “Have you got a card?” He asked - Eva le entregó una tarjeta, “Good bye and good luck," she said - y caminó ligera hacia la salida.

De camino a casa se preguntó qué sabría él de la Geología y si la confundiría con alguna otra ciencia. Su tarjeta decía que era Geóloga y regresaba de un seminario bastante aburrido en la universidad de Aberdeen. No conocía Roma ni Rótterdam, ni siquiera tenía buena voz.
En cuanto a él, seguro que le encantarían los bares de tapas que le había indicado en el plano.

sábado, 11 de abril de 2009

I Get a Kick out of You



El viernes estuvimos en Clamores Marisa y Héctor, (also known as MaHrte), y una servidora oyendo a Patricia Barber, http://www.patriciabarber.com/

En el estudio tenemos un no-sistema de turnos para pinchar música y siempre que puedo cuelo un CD de ella pero no he obtenido más que un tibio “esto es agradable” de Mary G. Puede que las poderosas introducciones instrumentales de la mayoría de sus temas asusten y mal dispongan a los que tengan prejuicios contra el jazz, pero creo que el problema está en que nunca he conseguido que se escuche sin teléfonos, tecleos, y zumbidos de plotter o fotocopiadora.

Los ruidos que mejor acompañan a la música de este cuarteto son los de los cubos de hielo en un vaso, mejor con un bourbon, las conversaciones sordas de un bar, los pasos de los camareros y, si no fuera por la incorrección política y porque la cantante es asmática, el susurro de los cigarros.

Hace años los vimos en una horrenda y con pésima acústica sala del cuartel de Conde Duque, y el concierto resultó tan profesional como frío. Lo de anoche fue otra cosa. Nunca sabremos qué le ofreció Héctor a una camarera para que nos diera una mesa junto a los zapatos del baterista, pero nos quedamos con ganas de tener la que estaba a los pies de la señora Barber, (toca el piano descalza). Seguro que los músicos tenían jet lag, pero tocaron y cantó como imagino que lo harán en Chicago, con unas cervezas y muchas ganas.

Escuchar temas de Cole Porter en directo, cantados por la Barber, con tus amigos y unas copas, hablando de ciudades con playas me ha dejado una alegría leve y dulce que espero que dure. Si flojea pondré el último disco que me ha grabado H por la noche y miraré por la ventana, a oscuras la Casa de Campo se parece al mar.

domingo, 5 de abril de 2009

No se puede tener prisa por estar en calma


Esta frase hermosa la oímos la semana pasada en unas circunstancias y lugar bastante ajenos al oficio.

Una hora más tarde las noticias mostraban la reunión del G-20 y pico, (aún con cierto asombro de formar parte del pico), y la inexplicable, para mi, subida inmediata de la bolsa. Le pregunté a Miguel, mucho más versado en asuntos macroeconómicos que una servidora cómo es posible que la bolsa suba o baje antes de que se conozcan los resultados de una reunión y me dijo: la gente está deseando que suba la bolsa, y a la mínima muestra de esperanza los inversores reaccionan de inmediato.

Volviendo al título de este post me pareció muy interesante lo bien que define nuestra ansiedad ante la crisis del sector. Y desde el respeto a muchas personas que se encuentran en situaciones verdaderamente angustiosas por falta de trabajo e ingresos, me parece que sería bueno reflexionar sobre la prisa.

Hace poco nos presentamos a un concurso en el que se establecían, para el afortunado ganador, unos plazos bastante apretados para la presentación de los proyectos básico y ejecutivo. El concurso está a día de hoy pendiente de adjudicar y los plazos de presentación de la documentación ya han vencido con creces.

Y esta contradicción describe muy bien que a pesar del batacazo que está sufriendo nuestra profesión, la inercia de llevar años con el acelerador pisado a fondo, haciendo las cosas de prisa para sacar más agua de ese pozo sin fondo que parecía ser el mercado inmobiliario español, sigue tirando de nosotros y nos impide frenar, o al menos reducir un par de marchas para mirar qué está ocurriendo, (disculpad las metáforas del motor: la Fórmula 1 está de fondo, llueve torrencialmente en Malasia, se ha parado la carrera y algunos insensatos quieren seguir conduciendo, siempre la prisa).

Lamento no sumarme al optimismo de la semana pero no me creo que veinte y pico líderes reunidos durante un día en Londres vayan a cambiar la situación económica de hoy para mañana y si lo hacen, durará poco. Tal vez hayan llegado a acuerdos que a corto plazo estabilicen la caída, a medio activen la economía y a largo, la recuperen.

Igualmente creo que el mercado inmobiliario español necesitará tiempo para absorber el crecimiento insostenible de la última década. Y sería bueno que en ese tiempo aprendamos que las prisas con las que hemos trabajado en estos años no eran señal de un mercado sano si no de una locura colectiva en la que estábamos muy a gusto porque ganábamos más aunque trabajáramos a trompicones.

No creo que se pueda llegar rápidamente a trabajar “con calma” entendiendo por esta expresión trabajar con la profundidad, dedicación, reflexión y tiempo necesarios, ni más ni menos. Si pienso que ahora que no hay prisa por inaugurar, por poner en marcha, por empezar obras, podemos reclamar plazos adecuados a la complejidad de los proyectos y sobre todo, dedicarnos sin prisa pero con pasión a sacar el mayor partido de nuestra capacidad profesional.

Vamos a presentarnos a otro concurso y a dedicarle mucho tiempo y esfuerzo, esta vez con calma.

martes, 31 de marzo de 2009

La Concepción del Espacio Moderno. De la pintura a la arquitectura

fuente: I.ER.

Durante siglos, específicamente durante cuatro siglos y a raíz del Renacimiento, el canon de concepción espacial estuvo regido por una visión lineal. Es decir, por una visión donde el espacio se explica en una secuencia de recorrido dado por la línea recta (eje central de composición) del cual derivan los espacios laterales y en muchos casos los ejes perpendiculares y/o paralelos.


Tal es el esquema que opera en la composición espacial de los edificios Renacentistas por excelencia: las catedrales, y los edificios neoclasicistas, tales como aquellos desarrollados durante el siglo XVIII y siglo XIX de uso civil y representación del poder de la nueva sociedad industrial: edificios administrativos, estaciones de tren, museos etc.


La pintura por su parte, enmarcada en un proceso de autodefinición a partir del s.XIX tuvo que sobreponerse a la aparición de la fotografía que puso en cuestión la “utilidad” de su existencia en cuanto al realismo y su capacidad de retratar un momento conciso. Todo esto sumado al progresivo “re”-descubrimiento y curiosidad hacia otras expresiones artísticas a través de los procesos de apertura y colonización del cercano y lejano oriente: estampas japonesas, máscaras africanas, etc.


La redefinición de las esferas de la pintura suscitó, en un proceso continuo que va desde la puesta en duda del color de Delacroix, pasando por la exaltación del plano y color de Gauguin, la puesta en duda sobre el “realismo” de la pintura y la captación de la instantaneidad del momento de los impresionistas, la aparición de la obra de quien es considerado el padre de la pintura moderna: Cézanne.


De Cézanne en adelante, la pintura establecería para sí nuevas competencias. Aquellos conceptos que llamaron la atención a Picasso en el 1905 pueden resumirse, entre otros, en la aparición de la línea rígida y la “abstracción” en líneas geométricas del objeto de la realidad.


Con Picasso, Braque, Gris y los artistas de los movimientos cubistas se empieza a acelerar una nueva corriente de concepción del espacio, tanto bidimensional como tridimensional de la pintura, ampliando sus mecanismos y sus herramientas de representación que sería plasmado con mayor fuerza (en movimientos postcubistas) a raíz de la entrada en escena de la Primera Guerra Mundial.


Hacia 1918, al final de la Primera Gran Guerra, la puesta en duda de los valores que rigen una Europa destrozada son la característica principal del resquebrajamiento de las concepciones academistas que rigen los “artes mayores”: pintura, escultura y arquitectura. Se pone en duda la misma concepción de “arte mayor” y en un esfuerzo que busca integrar a la sociedad civil dentro de las propuestas artísticas surgen varios movimientos, continuando con la línea de los “ismos” que dotarán a la arquitectura de nuevos paradigmas.


Estas dos propuestas surgen en dos marcos distintos. Tanto en la Europa Occidental: Francia y Holanda, como en la Unión Soviética de la post-Revolución de Octubre y en sistemas socioeconómicos distintos.

La concepción de una arquitectura nueva, que respondiera a las nuevas sociedades que habían vivido la explosión del sistema producido por la Revolución Industrial y que había puesto en crisis la carrera de los Estados por la ostentación del poder, sumado a la aparición fundamental de Estados Unidos en la escena internacional, tuvo que recurrir a la pintura, a esa forma de concebir un nuevo espacio de una nueva sociedad.


El Purismo de Le Corbusier y Ozenfant surge hacia 1918 y dura hasta 1925, materializado en una serie de artículos publicados en la revista del movimiento “L’Esprit Nouveau”. En paralelo se conforma De Stijl en los Países Bajos con la cabeza conceptual de Piet Mondrian. Los dos, basándose en la abstracción del cubismo y llevándolo hasta sus límites de simplificación generaron una serie de conceptos de simplificación y sobreposición que después se materializarían en la concepción arquitectónica.


En paralelo, en la Unión Soviética, un grupo de artistas liderados por Malevich crean el Suprematismo mientras que Tatlin se consolida con su Monumento a la III Internacional de 1920 como uno de los máximos representantes del Constructivismo.

La propuesta de De Stijl, a través de la colaboración directa de Theo Van Doesburg llega a la recién formada Bauhaus en Wiemar. La corriente rusa, de mano de Moholy Nagy llega en simultáneo y es en la interacción de estas dos corrientes y la concepción propia de la Bauhaus, a través de los planteamientos de Walter Gropius, que esta escuela sentó las bases de una nueva concepción de las artes aplicadas, los objetos de uso diario, y en su manifestación arquitectónica, en la arquitectura de gran escala.


Entre la Bauhaus, los renovados planteamietos de Le Corbusier matizados por su pasión por la vida moderna, la influencia de las corrientes de pensamiento futuristas, y sobretodo, en un marco económico de una Europa de post-guerra, se genera un cambio fundamental para la arquitectura. Tal cual quedará manifestada en la Exposición de la Werkbung en Stuttgart 1927.


La nueva arquitectura, influenciada por estas propuestas y aquellas desarrolladas en el otro lado del Atlántico (en particular la obra de F. Lloyd Wright) pasa de ser una arquitectura del eje lineal a ser una arquitectura de la sobreposición. Sobreposición de la línea como en el caso constructivista, sobreposición del plano como en el caso de las propuestas de De Stijl (véase la Casa Schroder-Rietveldt) y sobreposición de volúmenes como en la Ville Savoye de Le Corbusier.


Para 1914 el cubismo se había constituido como el nuevo orden estético, extendido ya a toda producción artística y gráfica. La interpenetración volumétrica tanteada arquitectónicamente en las Casas de la Pradera de Wright y pictóricamente en esta serie de propuestas originadas a raíz del cubismo, permitieron una validación mutua de posturas espaciales que definiría el nuevo lenguaje espacial, explorado y materializado por las vanguardias artísticas del período de entreguerras.


Las propuestas de las vanguardias del período de entreguerras serían un inicio en la exploración de una nueva plasticidad. El cambio de la linealidad secuencial de la perspectiva tradicional por esta interpenetración volumétrica generó una forma de construcción del espacio que garantizó que cada manifestación individual podría materializar su tendencia particular hacia posturas sociales, técnicas, tecnológicas, funcionales, formales, etc., unificadas ya por una concepción general del espacio.


En el sentido más amplio se genera la expresión del “Estilo Internacional” que es un calificativo, empleado a partir de los treinta, para designar la producción moderna de arquitectura, tanto en Europa como en Norteamérica. El término proviene es el nombre del catálogo de la primera exposición de arquitectura en el Museo de Arte Moderno de New York en 1932: “El Estilo Internacional: arquitectura desde 1922” de Henry-Russel Hitchcock y Philip Johnson, bajo el cual se establecería un sistema de clasificación y organización de la producción arquitectónica en base a parámetros formales afines a todas las propuestas.


Sin embargo, bajo esta concepción, el aspecto formal sería continuamente modificado durante todo el s. XX. La oposición hacia el “Estilo Internacional”, generado por la falta de identidad que suscitaba una arquitectura universal, provocó que el lenguaje posmoderno estuviera caracterizado por un retorno al regionalismo. La concepción del espacio no cambió, sólo su representación material fue modificada dependiendo del entorno.


Ya en la última mitad del s. XX, la arquitectura dio nuevos giros con la llegada de las neo-vanguardias, el deconstructivismo, el brutalismo, el minimalismo, etc. Estas tendencias, en vez de anular la estructuración espacial propuesta tras la reinterpretación del cubismo, continuaron su exploración, y conjugándola para ciertos casos con los efectos causados por la perspectiva, sabrían dar más fuerza a los lineamientos de cada una, donde la arquitectura contemporánea sigue enmarcada en este entendimiento de espacios, volúmenes, planos y líneas que se intersecan, y por eso, ya hacia 1930, este lenguaje había sido definido como un clasicismo no histórico.

sábado, 21 de marzo de 2009

En un no lugar de la Mancha...


No hace falta decir su nombre o sus coordenadas, ni situar el lugar en el paisaje manchego. Hay muchos como éste aunque no sean visibles salvo cuando su crecimiento es tan flagrante que da lugar a una investigación seguida del escándalo motivado por la corrupción urbanística.

Salif vive aquí desde hace dos años, en una vivienda nueva, con su madre y otras dos familias senegalesas, su padre se marchó hace dos meses al Sur, a buscar trabajo en el campo. En Diciembre el Ayuntamiento y una ONG organizaron una fiesta de Reyes Magos, entregaron muchos tupper ware grandes en los colegios, dos por cada niño, que los padres debían rellenar con un juguete, un libro y dos o tres alimentos básicos. El día seis de Enero, en la plaza del Ayuntamiento se repartieron los tupper entre todos los niños del lugar. Los niños de las escuelas llegaron a la plaza en las bicis o patines que les habían dejado los reyes la noche antes; los del barrio de Salif agarrados de sus madres, nerviosos y un poco asustados.

El tupper de Salif tenía un libro sobre animales, sopa, arroz, chocolatinas y un juego de construcción. El juego era un tablero con la huella de una ciudad, calles amplias, aceras de colores, puntos troquelados indicando los alcorques de los árboles. También tenía una bolsa de plástico con pasos de cebra de fieltro, farolas y árboles diminutos, coches, paradas de autobús,fuentes, tapices verdes como parques, y edificios de muchos tamaños, casas pequeñas, apartamentos apilables, casas más grandes, y un par de campos de deporte de felpa gris.

Por la noche Salif recordó su aldea en Senegal, estaba cerca del mar y las casas se habían distribuido espontáneamente en una cuadrícula con calles de arena. Las calles perpendiculares al mar eran más estrechas y las casas se protegían del viento con porches, las otras eran amplias y luminosas. En el medio había una plaza con varias palmeras y una explanada donde jugaban al fútbol.

Al día siguiente salió con su juego a la puerta de su casa, la calle era de tierra, no de arena, y estaba llena de escombros de las obras abandonadas en las que meses antes trabajaba su padre. Trepó por una grúa abandonada para ver cómo era la ciudad. Una enorme cementera al Sur y un polígono industrial al Norte cercaban su barrio, las calles estaban pavimentadas a parches, no había aceras ni árboles, sólo vallas de obra golpeadas. Las casas eran muy diferentes, las más antiguas se parecían a las casitas de colores de su juego, las más recientes eran enormes, pero no estaban hechas de apartamentos apilados, eran una versión gigante de las casas pequeñas, con sus tejados inclinados y las mansardas, así llamaba su padre a las minicasas que crecían sobre las tejas; pero las ventanas y puertas se habían quedado en la escala original. No había pasos de cebra ni señales de tráfico como las del juego, sólo unos enormes montículos pintados de rojo, cerca de los cruces.

Volvió a su casa, con trozos de cartón hizo un barrio como el suyo sobre el tablero de juego, cuando lo terminó llamó a su hermana y lo pisotearon juntos. Tiró los restos y guardó el juego en un cajón.

Sacó el libro de animales, echaba de menos Senegal.

viernes, 13 de marzo de 2009

BOLONIA I


Ya es primavera, dejemos que la naturaleza se ocupe de las plantas y pongámonos con BOLONIA.

Empiezo reconociendo que hasta hace tres semanas Bolonia me parecía una preocupación de los universitarios, o en todo caso de los estudiantes. He tenido que hacer un curso en la Fundación COAM,
www.fundacioncoam.es para que, en el transcurso de una charla de recreo, me diese cuenta de que es algo que también afecta y mucho a los profesionales.

Esta circunstancia dice poco en mi favor ya que es lamentable no ocuparse de las preocupaciones de aquellos en cuyas manos está el futuro, y aún menos a favor de la capacidad de comunicación de nuestro Consejo y Colegios Profesionales, o del interés de la profesión en su futuro.

Existe una tendencia generalizada en España a pensar que como en nuestro país no se vive en ningún sitio, y que emigrar es cosa de pobres y/o desesperados; no hace tanto que lo fuimos, pero el olvido es rápido cuando la prosperidad acompaña. Esta creencia unida al poco interés por hablar otros idiomas y a la cantidad de trabajo en nuestro sector en los últimos años, contribuye a que no nos interese en absoluto la situación del oficio fuera de nuestras fronteras.

Sin embargo la tendencia a la globalización en una de sus vertientes positivas hace que las fronteras sean cada día mas permeables, y las estupendas Becas Erasmus ec.europa.eu/education/programmes/mundus/index_es.html hacen que la capacidad de exportación de profesionales sea mayor cada año. La curiosidad, la ambición o simplemente la inquietud llevarán a muchos arquitectos españoles ni pobres ni desesperados a salir a trabajar a otros países, en muchas ocasiones europeos.

Y según me contaron en la Fundación y me confirman mis colegas más jóvenes y las cartas de la Decana que he comenzado a leer, de aprobarse el borrador actual de Bolonia, los Arquitectos españoles tendremos la consideración de graduados, es decir el equivalente a unos estudios de tres años de duración.

No me parece oportuno entrar en consideraciones de si esto es justo o injusto, ya que no es muy diferente de lo que España hizo en los años noventa con nuestros colegas argentinos, que pasaron de una mera homologación administrativa a tener que repetir casi media carrera por una decisión política, sin que en sus planes de estudio se hubiera producido ningún cambio. Habéis leído bien: dos personas con la misma titulación y estudios eran considerados arquitecto o estudiante de arquitectura en función de la fecha de solicitud de convalidación del título: antes del 93-94 ARQUITECTO, después del 94, ESTUDIANTE.

Sin conocer bien las propuestas de Bolonia creo que deberíamos centrarnos no tanto en el nombre o título con el que se nos equipare sino en el reconocimiento de la calidad y cantidad de las materias aprendidas y por tanto de la competencia profesional, más allá de las designaciones.

Si nos quieren llamar ingenieros, porque la arquitectura parece estar ausente del lenguaje universitario de una gran mayoría de los países europeos, sea. En Italia existen unos técnicos con el hermoso título de Geómetras, imagino que no existirá una titulación equivalente en el resto de Europa y que por tanto perderán el nombre del oficio en cuanto crucen los Apeninos o los Alpes pero estoy segura de que el oficio irá con ellos.

Y me voy a dedicar a informarme antes de seguir con esta campaña. Una pregunta: alguien sabe cuál es la posición del Reino Unido respecto a Bolonia?

P.S. Gracias Gorka por tu comentario.

jueves, 5 de marzo de 2009

De jardineros y arquitectos


Hace algunos días me dijeron que mucha parte de nuestra vida somos una especie de jardineros. Pensamos, pensamos otra vez, creamos, cuidamos y luego, eventualmente, dejamos que lo que hemos creado tenga su propia vida y crezca y se haga verde por sí mismo.



Y llega un momento donde los tiempos del creador y del creado se separan. Simplemente porque cada uno tiene su propio recorrido que hacer.

Y ese espacio que creamos de repente se llena de nuevas presencias.

Y miramos esa estructura que montamos y confiamos, si confiamos en nosotros, que pueda ser tan sólida como con conciencia intentamos que fuera.

Y vemos alrededor y esperamos que aquellos vientos crudos del noreste o el movimiento de las placas tectónicas no lo agrieten. Que sea lo suficientemente flexible y fuerte para resistir lo que depare el medio.

Miramos atentos, -pero ya no como participantes directos-, como evoluciona, como se llena, como se vacía. Esos momentos de silencio y esos alborotos de ruido.

Con una postura de quien se deja sorprender quizás veamos que, aunque no sabíamos exactamente como resultaría, en efecto está bien, está bien porque es lo que es.

Y creo yo que eso da paz.



Y me dijeron que somos como unos jardineros:

siembro, cuido, cuido, cuido, cuido, cosecho

A veces son plantas, a veces proyectos, a veces amigos, a veces hijos. Es ley de vida.

Y como alguna vez también me dijeron, a veces somos nosotros mismos.

Siembra una idea, cuídala y cosecharás un pensamiento
Siembra un pensamiento, cuídalo y cosecharás una acción
Siembra una acción, cuídala y cosecharás un hábito
Siembra un hábito, cuídalo y cosecharás un caracter,
Siembra un caracter, cuídalo y cosecharás un destino.






sábado, 28 de febrero de 2009

Flores y Plantas


Hace muchos años caí en la trampa de comprar una colección en fascículos que se llamaba algo así como Plantas y Flores, tal vez Flores y Plantas, no lo recuerdo bien a pesar de que ocupó más de ciento y pico semanas de mi infancia y creo que adolescencia. Entonces me parecía que el tiempo iba muy despacio.

Mi abuelo materno tenía muy buena mano con las plantas y me fascinaba ver la cantidad y calidad que conseguía en una azotea de la Gran Vía.

Compré unas cuantas macetas e instalé un listón de protección entre las jambas de la ventana de mi dormitorio, en casa de mis padres, el alféizar era bastante inclinado pero sobre todo muy escurridizo. Mi madre lo limpiaba con ahínco cada mañana y no tenía ni una mala cagarruta de pájaro que frenara el deslizamiento de los pequeños tiestos de barro. Tenía un par de geranios, un tomate enano y alguna hierba aromática, y no me fue bien con ninguno de ellos, unos se secaron, otros se pudrieron, las hierbas desparecieron como arrasadas por un mal de ojo.

Yo leía mucho, me pasaba las tardes y los fines de semana tirada en un sofá leyendo libros de Agatha Christie salteados con cualquier tebeo que encontraba en la habitación de mi hermano y con las novelas con títulos más seductores de las estanterías de casa o de las de mis abuelos y tíos.

Pensé que leyendo aprendería a cultivar las plantas o por lo menos las conservaría más tiempo así que empecé a invertir parte importante de mi paga semanal en los fascículos verdes. Las primeras semanas los leía despacio y buscaba plantas pequeñas que pudiera comprar para ensayar lo aprendido, al poco tiempo los ojeaba y si acaso leía algún párrafo dedicado a alguna planta que fuera familiar. En tres o cuatro meses ni siquiera los abría y si seguí gastando mi paga en ellos fue por llevar la contraria a mi padre, que predijo que los dejaría de comprar en cuanto me aburriera. Me aburrí, pero compré y encuaderné todos y cada uno de ellos hasta completar una verde colección de doce tomos con letras doradas en las tapas.

Entretanto mis plantas se volvieron a morir y me pasé a las flores frescas, que regalaba a mi madre y al menos no me creaban sensación de culpa cuando terminaban a la basura.

Cuando terminé la colección se la regalé a mi abuelo, a quién no le hacía ninguna falta. Bastantes años más tarde la recuperé tristemente al vaciar su casa y creo que hace poco acabó en un contenedor de papel.

Esta tarde he entrado en nuestro blog y me daba muchísima pereza actualizarlo. He tenido la tentación de buscar una frase simpática en el periódico para disimular la inactividad desde hace diez días, pero me he acordado de los fascículos y de mis plantas, y aquí estoy: regando.

miércoles, 18 de febrero de 2009

BONITAS FRASES SOBRE LA CRISIS

Planteamos ahora un post renovable, lo inauguramos con el famoso graffiti de "tiempos mejores " y una frase que hemos escuchado hoy en el Ayuntamiento de Yeles, Toledo.

La idea es que nos envíen frases pintorescas relacionadas con los cambios de la economia mundial y las iremos subiendo y renovando el post.

1. "Dejemos el pesimismo para tiempos mejores" (graffiti)

2. "Me parece que voy a quitar el Canal Plus y poner el Cinexín" (un ciudadano en el Ayuntamiento de Yeles).


Animaos y enviadnos frases!

viernes, 13 de febrero de 2009

Cata de regalices denominación origen Héctor



1. Fondos mentolados, textura muy compacta, ligera tendencia a adherirse al paladar. Efectos terapéuticos sobre el aparato respiratorio.

2. Regaliz housiforme, con reminiscencias visuales folklóricas suizas.
Intenso sabor mentolado, quizás demasiado… Se echa en falta cierto toque a hierbas
Dulce corazón recubierto por una rígida película

3. Bien de aspecto. Organolépticamente agradables al sabor/olor. Son un coñazo, duran demasiado en boca, acabas loco con ellos, y solo me he tomado uno.

4. La mezcla de sabores de todos los que he catado (aunque creo que al comerse tres o cuatro de cada ya no se le puede llamar cata) me pone difícil el definir el regaliz que he escogido .Este es el nº 4 de textura granoblástica que te hace rosquillitas en el paladar con un sabor a regaliz intenso y con efectos terapéuticos sobre el aparato digestivo

5. Ligeramente mentolado; recubrimiento crujiente y cuerpo blando, con regusto dulce que permanece.

6. Este regaliz se ve como gominola.
Me pregunto si es por la forma redondeada tipo “Ricola” (y vive feliz) en versión más grande.
O será la cubierta de gominola: véase el azúcar en pequeños granulitos uniformemente esparcidos en ola.
O quién sabe si no es por la textura de gominola que se queda eternamente en la boca si no lo masticas de forma constante.

7. Regaliz de forma romboidal y textura externa porfídica convirtiéndose en el interior en una suave gominola, suavidad que enmascara su intenso sabor a menta

8. Blanco, compacto y gomoso. De esos que se te quedan en los dientes con un prolongado sabor a menta que sube hasta la nariz.
Fresco… que lo bueno viene en pequeño!

9. De brillante color negro forma foliar unifoliada, tacto blando.En nariz es aromático pero no excesivamente intenso; evoca a regaliz (obviamente)En boca es amable, con sabor intenso pero fugaz; blando tipo gominola. Tiene buen paso por boca sin ser especialmente pegajoso y un final dulce sin recuerdos mentolados. (Desconozco por el momento si mi sistema digestivo se verá beneficiado)

10. Regaliz en forma de haba color marrón oscuro. Recubrimiento un tanto decepcionante, menos crujiente de lo que debería, pero son sabor a coca cola. Textura interior blanda, el sabor se instala en el fondo de la garganta.

viernes, 6 de febrero de 2009

Toda la noche hasta que salga el sol

El miércoles hicimos un viaje: ida y vuelta a Granada, algunos trámites, algunas fotografías, la idea de un sándwich convertido en una nutritiva comida.

A la altura de Despeñaperros, mientras la carretera (ondulante toda ella) nos forzaba a mirar por la ventana -por esto de evitar marearnos-, pudimos ver los avances una gran infraestructura. Le queda tiempo…

Esto del tiempo es una contradicción y nos preguntamos: ¿Son 10 horas mucho o poco? Pues quizás dependerá de saber el “para qué”. Sé nos da bien la charla!

Si es que nos debatimos entre el futuro y el presente, entre las estrategias y el Carpe Diem, entre lo que queremos y lo que debemos, entre lo que somos y lo que queremos ser.

Lo bueno de la crisis es que, pues sí, nos da un poco de tiempo para pensar, hacer y buscar cosas que en otros momentos de nuestras historias no hemos podido.
Con una perspectiva optimista, es una gran oportunidad de redefinirnos, una especie de tener el tiempo para el reconocimiento de nosotros mismos, de lo que nos gusta, lo que nos hace sentir, lo que nos es importante.
O a efectos prácticos, simplemente eso (y que no es poco)… quitarnos “pendientes” de la agenda e ir con menos mochilas en la espalda.

Lo bueno de estos momentos son las posibilidades de comenzar un nuevo proyecto, de vivir relaciones que empiezan o renuevan, de volver a soñar o de darnos cuenta que hay tantas cosas más para apreciar: que el mundo es muy grande, y el mundo creativo es ilimitado.

Así que si el cambio del compás nos viene dado, mejor disfrutar del paso a paso y con buena cintura, bailar toda la noche, hasta que la tormenta pase y el sol se vea en el horizonte.

viernes, 30 de enero de 2009

Cuento para urbanitas


Me gustan las ciudades en las que se puede caminar, me siento cómodo en las calles flanqueadas por edificios, jardines, o plazas. El campo abierto me angustia con su ausencia de límites, prefiero la montaña, con sus laderas acogedoras o incluso el mar, siempre que haya una playa cerca. A pesar de la contaminación y el ruido, las ciudades me tranquilizan.

Hace algún tiempo llegué a esta ciudad del Norte, nunca había estado tan arriba. Creo que llegué al atardecer, tal vez fuera ya de noche pero el sol seguía en el horizonte. No sé bien si vine por trabajo o para descansar, por la ropa y la escueta maleta que todavía conservo parece que era un viaje de trabajo, aunque en ese caso es aún más extraño que nadie haya tratado de comunicarse conmigo.

Es posible que no tuviera ninguna cita, que se tratara de una exploración o una visita solitaria. Mi trabajo estaba relacionado con la construcción, tal vez vine a una feria.
Recuerdo las sombras alargadas de los árboles sin hojas que marcaban el ritmo de mi primer paseo, no había demasiada gente en las calles ni coches, olía a lluvia fría y reciente. Caminé mucho. Recorrí calle tras calle, todas muy hermosas y en algún momento debí darme cuenta de que en sus extremos nunca se veía otra calle. A veces era un árbol enorme, otras un lago, otras una colina, en muchas solamente el horizonte, y caminaba hacia esos extremos temiendo salirme de la protección de la ciudad y cuando llegaba al final de la calle, veía una plaza o un jardín del que salía otra calle pequeña e invitadora que de nuevo no tenía fin.

Al llegar a un canal vi una hilera de barcazas convertidas en casas, me acerqué a las ventanas de una de ellas que estaba casi cubierta de plantas, un tanto abandonada. Una semana después regresé al hotel a buscar mi maleta. Desde entonces vivo aquí, en el canal y todos los días recorro las calles de esta ciudad de la que no consigo salir. Cada vez que llego al final de una calle me angustia el vacío en el que termina y tengo que entrar en otra y seguir caminando hacia su extremo y así una calle tras otra hasta que regreso rendido a mi barcaza.

Espero que pronto llegue el invierno, una noche sin estrellas intentaré marchar.