Hace algunos días me dijeron que mucha parte de nuestra vida somos una especie de jardineros. Pensamos, pensamos otra vez, creamos, cuidamos y luego, eventualmente, dejamos que lo que hemos creado tenga su propia vida y crezca y se haga verde por sí mismo.
Y llega un momento donde los tiempos del creador y del creado se separan. Simplemente porque cada uno tiene su propio recorrido que hacer.
Y ese espacio que creamos de repente se llena de nuevas presencias.
Y miramos esa estructura que montamos y confiamos, si confiamos en nosotros, que pueda ser tan sólida como con conciencia intentamos que fuera.
Y vemos alrededor y esperamos que aquellos vientos crudos del noreste o el movimiento de las placas tectónicas no lo agrieten. Que sea lo suficientemente flexible y fuerte para resistir lo que depare el medio.
Miramos atentos, -pero ya no como participantes directos-, como evoluciona, como se llena, como se vacía. Esos momentos de silencio y esos alborotos de ruido.
Con una postura de quien se deja sorprender quizás veamos que, aunque no sabíamos exactamente como resultaría, en efecto está bien, está bien porque es lo que es.
Y creo yo que eso da paz.
Y me dijeron que somos como unos jardineros:
siembro, cuido, cuido, cuido, cuido, cosecho
A veces son plantas, a veces proyectos, a veces amigos, a veces hijos. Es ley de vida.
Y como alguna vez también me dijeron, a veces somos nosotros mismos.
Siembra una idea, cuídala y cosecharás un pensamiento
Siembra un pensamiento, cuídalo y cosecharás una acción
Siembra una acción, cuídala y cosecharás un hábito
Siembra un hábito, cuídalo y cosecharás un caracter,
Siembra un caracter, cuídalo y cosecharás un destino.
1 comentario:
Iba a subir un post protestando contra Bolonia pero esperaré; vamos a disfrutar unos días de la poesía de éste.
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