sábado, 29 de noviembre de 2008

Arrimando el hombro, (y sin empujar).


Cansada tras una semana viajera y con algunos sobresaltos me pongo a pensar por qué parece tan difícil trabajar en equipo. Salvo casos excepcionales de genialidad que dan gloriosos resultados en solitario, el resto de los mortales estamos condenados a afrontar que solamente somos capaces de producir hechos, obras o acciones razonablemente provechosas si arrimamos nuestro hombro a otras espaldas en un empeño colectivo.

En el caso de los proyectos de obras sabemos desde el principio que van a ser necesarias muchas cabezas y aún muchas más manos para desarrollar y poner en pie cualquier idea original e individual, (como si quedaran ideas así) que hayamos podido concebir en un momento de lucidez creativa.

Desde hace un par de décadas en España se ha incorporado a los procesos constructivos la figura del Project Manager, un representante de la propiedad con los conocimientos técnicos necesarios y adecuados para tomar las decisiones que garantizarán la consecución de los objetivos de ésta de la forma más eficaz y segura. Esta definición no es la que aprendí durante el año de estudios de Gestión de Proyectos, sino una conclusión fruto de ocho años a ambos lados de la aplicación práctica de esta disciplina.

La figura del Project es una bendición para el resto del equipo: proyectistas, contratistas, dirección de obra; ya que las decisiones se toman desde el conocimiento técnico y por tanto son a priori óptimas para el proyecto en cuestión.

¿Por qué entonces se producen tantos conflictos entre los Project y los Proyectistas? ¿Por qué la sola mención del Project Manager encoge los corazones de muchos Arquitectos que viendo gigantes en el horizonte sacan la espada dispuestos a defender el honor de sus Dulcineas puestas en peligro?

El propio conocimiento técnico del Project resulta un peligro si se traduce en la tentación de tomar decisiones que no corresponden a su tarea como representante de la Propiedad. De la misma manera los Proyectistas, que hasta hace bien poco estábamos muy solos en el proceso edificatorio tendemos a acaparar labores y gestiones que no nos corresponden.

¿Cómo podríamos llegar a trabajar como los músicos? Esta gente sensible e inteligente deja que un señor o una entidad encargue una obra, que un director con conocimiento suficiente para tocar varios instrumentos, no toque ninguno y se limite a dirigir la orquesta y un conjunto de intérpretes toquen los distintos instrumentos. Imaginen a un director que para mejorar la calidad de su dirección arrebate el violín al solista, las trompetas y los bajos, los oboes y los platillos al resto de la orquesta. Piensen ahora en varios músicos que descontentos con la cadencia del director aborden la tarima, instrumento en mano y peleen por la batuta.

Tal vez sea el momento de lanzar un master de trabajo en equipo y entender el alcance del trabajo de cada uno, desde el respeto y con el convencimiento de que la suma de varios profesionales debe dar un resultado excelente. La resta a modo de intromisión en las tareas del otro es un insulto para el Cliente al que llamamos tonto por haber contratado tanta gente cuando nosotros solitos podíamos haberle dado lo mismo.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Sin pausa pero sin prisa


En estas últimas semanas estamos trabajando en varios proyectos muy diferentes. Unos tienen más que ver con la arquitectura, otros con la dirección de proyectos, y otros son meras tareas de coordinación y gestión. Todos ellos comparten sin embargo la incertidumbre de estos tiempos de crisis y la posibilidad de que mañana pasen al archivo de proyectos no ejecutados o convertirse en nuestra principal preocupación durante los próximos meses. Confiamos en que ocurra lo segundo.

En todos ellos intervienen varios equipos y en las reuniones de trabajo observamos cierta prisa por tomar decisiones, sean o no las adecuadas, y muy poco interés por analizar lo que es necesario hacer y sobre todo lo que es mejor para el resultado último del proyecto. Supongo que la inseguridad sobre cuánto tiempo estará el proyecto sobre la mesa influye en la pasión con que se trata de avanzar como sea, de quemar etapas a toda costa: aquí elijo la piedra que puedo colocar mañana, no la que es mejor, allá meto una mesa aunque para sentarme a ella solo lo pueda hacer encima porque no quepo, más allá planteo una estructura sin saber aún cuál es el solar en el que me muevo.

El dominical de El País del domingo 16 de Noviembre publica una entrevista con Kazuyo Sejima, y entre muchas respuestas inteligentes a preguntas que no lo son tanto, nos gustaría destacar la siguiente:

P “ ¿Necesita que sus edificios sean perfectos?”
R: “ Necesito hacerlo bien. Dar todo lo que puedo. Y para eso ya le he contado que, como soy lenta, necesito tiempo.”

Creo que esta respuesta no es sólo aplicable a la maravillosa arquitectura de Sejima, que por otra parte no debe ser nada lenta sino muy inteligente. Ante cualquier tarea la única respuesta inmediata que debemos ofrecer es nuestra disponibilidad.

Todas las otras respuestas requerirán tiempo si queremos hacerlo bien.

Es muy posible que decisiones rápidas produzcan muchos pájaros en mano, pero como nos dijo alguien muy sabio hace apenas un mes, “ yo no quiero un pájaro en mano, quiero los ciento que están volando”. Tal vez no podamos tener todos los pájaros hoy pero mientras vuelen siempre habrá opcion de perseguirlos.

Lean la entrevista a Sejima, y háganlo despacio, su actitud es tan asombrosa como su arquitectura.
http://www.elpais.com/articulo/portada/Camino/extrema/sencillez/elpepusoceps/20081116elpepspor_6/Tes

Otra recomendación para gente sin prisa: Bar Juan sin Prisa, C/ Puerto Rico 17, Madrid

jueves, 6 de noviembre de 2008