sábado, 28 de febrero de 2009

Flores y Plantas


Hace muchos años caí en la trampa de comprar una colección en fascículos que se llamaba algo así como Plantas y Flores, tal vez Flores y Plantas, no lo recuerdo bien a pesar de que ocupó más de ciento y pico semanas de mi infancia y creo que adolescencia. Entonces me parecía que el tiempo iba muy despacio.

Mi abuelo materno tenía muy buena mano con las plantas y me fascinaba ver la cantidad y calidad que conseguía en una azotea de la Gran Vía.

Compré unas cuantas macetas e instalé un listón de protección entre las jambas de la ventana de mi dormitorio, en casa de mis padres, el alféizar era bastante inclinado pero sobre todo muy escurridizo. Mi madre lo limpiaba con ahínco cada mañana y no tenía ni una mala cagarruta de pájaro que frenara el deslizamiento de los pequeños tiestos de barro. Tenía un par de geranios, un tomate enano y alguna hierba aromática, y no me fue bien con ninguno de ellos, unos se secaron, otros se pudrieron, las hierbas desparecieron como arrasadas por un mal de ojo.

Yo leía mucho, me pasaba las tardes y los fines de semana tirada en un sofá leyendo libros de Agatha Christie salteados con cualquier tebeo que encontraba en la habitación de mi hermano y con las novelas con títulos más seductores de las estanterías de casa o de las de mis abuelos y tíos.

Pensé que leyendo aprendería a cultivar las plantas o por lo menos las conservaría más tiempo así que empecé a invertir parte importante de mi paga semanal en los fascículos verdes. Las primeras semanas los leía despacio y buscaba plantas pequeñas que pudiera comprar para ensayar lo aprendido, al poco tiempo los ojeaba y si acaso leía algún párrafo dedicado a alguna planta que fuera familiar. En tres o cuatro meses ni siquiera los abría y si seguí gastando mi paga en ellos fue por llevar la contraria a mi padre, que predijo que los dejaría de comprar en cuanto me aburriera. Me aburrí, pero compré y encuaderné todos y cada uno de ellos hasta completar una verde colección de doce tomos con letras doradas en las tapas.

Entretanto mis plantas se volvieron a morir y me pasé a las flores frescas, que regalaba a mi madre y al menos no me creaban sensación de culpa cuando terminaban a la basura.

Cuando terminé la colección se la regalé a mi abuelo, a quién no le hacía ninguna falta. Bastantes años más tarde la recuperé tristemente al vaciar su casa y creo que hace poco acabó en un contenedor de papel.

Esta tarde he entrado en nuestro blog y me daba muchísima pereza actualizarlo. He tenido la tentación de buscar una frase simpática en el periódico para disimular la inactividad desde hace diez días, pero me he acordado de los fascículos y de mis plantas, y aquí estoy: regando.

miércoles, 18 de febrero de 2009

BONITAS FRASES SOBRE LA CRISIS

Planteamos ahora un post renovable, lo inauguramos con el famoso graffiti de "tiempos mejores " y una frase que hemos escuchado hoy en el Ayuntamiento de Yeles, Toledo.

La idea es que nos envíen frases pintorescas relacionadas con los cambios de la economia mundial y las iremos subiendo y renovando el post.

1. "Dejemos el pesimismo para tiempos mejores" (graffiti)

2. "Me parece que voy a quitar el Canal Plus y poner el Cinexín" (un ciudadano en el Ayuntamiento de Yeles).


Animaos y enviadnos frases!

viernes, 13 de febrero de 2009

Cata de regalices denominación origen Héctor



1. Fondos mentolados, textura muy compacta, ligera tendencia a adherirse al paladar. Efectos terapéuticos sobre el aparato respiratorio.

2. Regaliz housiforme, con reminiscencias visuales folklóricas suizas.
Intenso sabor mentolado, quizás demasiado… Se echa en falta cierto toque a hierbas
Dulce corazón recubierto por una rígida película

3. Bien de aspecto. Organolépticamente agradables al sabor/olor. Son un coñazo, duran demasiado en boca, acabas loco con ellos, y solo me he tomado uno.

4. La mezcla de sabores de todos los que he catado (aunque creo que al comerse tres o cuatro de cada ya no se le puede llamar cata) me pone difícil el definir el regaliz que he escogido .Este es el nº 4 de textura granoblástica que te hace rosquillitas en el paladar con un sabor a regaliz intenso y con efectos terapéuticos sobre el aparato digestivo

5. Ligeramente mentolado; recubrimiento crujiente y cuerpo blando, con regusto dulce que permanece.

6. Este regaliz se ve como gominola.
Me pregunto si es por la forma redondeada tipo “Ricola” (y vive feliz) en versión más grande.
O será la cubierta de gominola: véase el azúcar en pequeños granulitos uniformemente esparcidos en ola.
O quién sabe si no es por la textura de gominola que se queda eternamente en la boca si no lo masticas de forma constante.

7. Regaliz de forma romboidal y textura externa porfídica convirtiéndose en el interior en una suave gominola, suavidad que enmascara su intenso sabor a menta

8. Blanco, compacto y gomoso. De esos que se te quedan en los dientes con un prolongado sabor a menta que sube hasta la nariz.
Fresco… que lo bueno viene en pequeño!

9. De brillante color negro forma foliar unifoliada, tacto blando.En nariz es aromático pero no excesivamente intenso; evoca a regaliz (obviamente)En boca es amable, con sabor intenso pero fugaz; blando tipo gominola. Tiene buen paso por boca sin ser especialmente pegajoso y un final dulce sin recuerdos mentolados. (Desconozco por el momento si mi sistema digestivo se verá beneficiado)

10. Regaliz en forma de haba color marrón oscuro. Recubrimiento un tanto decepcionante, menos crujiente de lo que debería, pero son sabor a coca cola. Textura interior blanda, el sabor se instala en el fondo de la garganta.

viernes, 6 de febrero de 2009

Toda la noche hasta que salga el sol

El miércoles hicimos un viaje: ida y vuelta a Granada, algunos trámites, algunas fotografías, la idea de un sándwich convertido en una nutritiva comida.

A la altura de Despeñaperros, mientras la carretera (ondulante toda ella) nos forzaba a mirar por la ventana -por esto de evitar marearnos-, pudimos ver los avances una gran infraestructura. Le queda tiempo…

Esto del tiempo es una contradicción y nos preguntamos: ¿Son 10 horas mucho o poco? Pues quizás dependerá de saber el “para qué”. Sé nos da bien la charla!

Si es que nos debatimos entre el futuro y el presente, entre las estrategias y el Carpe Diem, entre lo que queremos y lo que debemos, entre lo que somos y lo que queremos ser.

Lo bueno de la crisis es que, pues sí, nos da un poco de tiempo para pensar, hacer y buscar cosas que en otros momentos de nuestras historias no hemos podido.
Con una perspectiva optimista, es una gran oportunidad de redefinirnos, una especie de tener el tiempo para el reconocimiento de nosotros mismos, de lo que nos gusta, lo que nos hace sentir, lo que nos es importante.
O a efectos prácticos, simplemente eso (y que no es poco)… quitarnos “pendientes” de la agenda e ir con menos mochilas en la espalda.

Lo bueno de estos momentos son las posibilidades de comenzar un nuevo proyecto, de vivir relaciones que empiezan o renuevan, de volver a soñar o de darnos cuenta que hay tantas cosas más para apreciar: que el mundo es muy grande, y el mundo creativo es ilimitado.

Así que si el cambio del compás nos viene dado, mejor disfrutar del paso a paso y con buena cintura, bailar toda la noche, hasta que la tormenta pase y el sol se vea en el horizonte.