sábado, 13 de diciembre de 2008

La quinta estación del año


Sin apenas darnos cuenta nos hemos metido de lleno en la quinta estación del año, esa que está a caballo entre el otoño y el invierno. A diferencia de las otras cuatro estaciones, esta no llega con un solsticio o un equinoccio, sino con un anuncio en televisión. Es por eso que no tiene lugar en toda la tierra, ni siquiera en uno de los dos hemisferios, solamente alcanza lugares con luz eléctrica y un alto grado de dependencia del medio audiovisual.

Los Delincuentes
http://www.delinquentes.es/ cantan a la primavera trompetera y Martin Ritt nos mostró un verano largo y cálido. El anuncio que introduce la quinta estación en nuestros días ya adaptados al lánguido otoño nos comunica la llegada de la FELICIDAD, como si se tratara de un anticiclón o un frente de frío polar.

Como el clima no acusa el cambio, y no sabremos si ponernos protector solar o unas orejeras de felpa, los medios ponen a disposición de los ciudadanos, (se trata de una estación urbana), manuales de comportamiento para que sepamos manejar y administrar juiciosamente la felicidad.

Las pautas son las mismas año tras año: comer mucho, beber más, (desde hace unos años esta pauta no es compatible con el desplazamiento en vehículos motorizados), multiplicar las actividades colectivas, comunicarse de forma compulsiva ya sea con la familia, amigos o con quien se deje, y comprar sin descanso, para consumo propio, para regalar o para pasar el tiempo. Hay que estar contentos mientras se ejecutan las pautas y procurar que la felicidad se nos note desde lejos.

Y un año más nos dejaremos seducir por los cantos de sirena de la publicidad y pondremos mucho empeño en ser felices y perseguiremos a los insensatos que no parezcan contentos acorralándolos con tarjetas, adornos, lucecitas, manjares, licores y espumillón. Este año varias personas muy queridas están poco predispuestas a embarcarse en el tiovivo feliz y veo como intentan defenderse de la oleada fastidiosa de pesados que intentamos ahuyentar su profunda y discreta pena.

Y en las últimas noches de insomnio pienso si estas borracheras anuales de contento no nos llevarán a olvidar el milagro de la felicidad real, que tan poco tiene que ver con las pautas de comportamiento de estas fechas. Esa felicidad que no se puede enviar en una tarjeta ni empaquetar en papel charol es la que espero que en algún momento, cuándo tenga a bien llegar, les aligere la pena.

Entre tanto sé que es difícil escapar de la quinta estación en la ciudad, pero tiene algo positivo: si te paras a pensar en ella, te das cuenta de que no existe.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Optimismo en el mercado


Nos gusta llevar la contraria, así que en este año de crisis no sólo hemos celebrado Navidad y el fin de año por adelantado sino que además hemos tirado la casa (digo el estudio) por la ventana. Y no me refiero a los euros que Eva administra con bastante rigor, más bien a la guasa y alborozo que se derrocharon el jueves pasado.

Miguel y Maribel y su estupendo staff multicultural nos cuidaron como sólo ellos saben, cariñosos, atentos, divertidos y sin prisa, hasta tuvieron tiempo no sé cómo de improvisar un dúo de mariachis y sacarnos fotos como la que ilustra este post.

Los temas de la noche fueron las antenas de colores que nos colocamos en principio en la cabeza y según iban cayendo vinos en cualquier otra parte del cuerpo, y la cotización.

La cotización se ha puesto muy de moda últimamente, casi todos los días los telediarios y la prensa nos amenazan con la caída de acciones que no tenemos, otras veces, las menos, nos dan un cierto respiro coincidiendo con las bajadas de tipos de interés del Banco Central Europeo. Me llama la atención sobre todo que las bolsas de todo el mundo parecen ir a la rémora de Wall Street. Es particularmente curioso en el caso de las bolsas europeas, la mayoría de ellas cierran la sesión apenas media hora después de que abra Nueva York, así que las noticias que vemos son siempre relativas, tanto las optimistas como las pesimistas y nos dejan en un vilo esperando a ver qué sucede al otro lado del Atlántico.

Volviendo al jueves, entre delicia y delicia cocinada por Juan sin prisa y con mucho acierto, estuvimos repasando la cotización de los valores sentados en la mesa. Los hay que estamos como Martinsa-Fadesa ya que el matrimonio nos ha colocado fuera del mercado de valores. Otro tanto les va a suceder a los comprometidos, a punto de convocar concurso de acreedores. Todos los demás son valores al alza, sobre todo los que han cotizado en la bolsa de Londres, que saben que una hora menos da tiempo de ver lo que hace el resto del mundo y permite pisar fuerte en el mercado.

En fin, que salimos pisando fuerte y dispuestos a levantar el mercado y a colocarnos las antenas a modo de radar para captar cualquier oportunidad de combatir el pesimismo generalizado.

A partir de ahora “Juan sin prisa” va ser sin prisa y contento. Feliz Navidad!!!