martes, 31 de marzo de 2009

La Concepción del Espacio Moderno. De la pintura a la arquitectura

fuente: I.ER.

Durante siglos, específicamente durante cuatro siglos y a raíz del Renacimiento, el canon de concepción espacial estuvo regido por una visión lineal. Es decir, por una visión donde el espacio se explica en una secuencia de recorrido dado por la línea recta (eje central de composición) del cual derivan los espacios laterales y en muchos casos los ejes perpendiculares y/o paralelos.


Tal es el esquema que opera en la composición espacial de los edificios Renacentistas por excelencia: las catedrales, y los edificios neoclasicistas, tales como aquellos desarrollados durante el siglo XVIII y siglo XIX de uso civil y representación del poder de la nueva sociedad industrial: edificios administrativos, estaciones de tren, museos etc.


La pintura por su parte, enmarcada en un proceso de autodefinición a partir del s.XIX tuvo que sobreponerse a la aparición de la fotografía que puso en cuestión la “utilidad” de su existencia en cuanto al realismo y su capacidad de retratar un momento conciso. Todo esto sumado al progresivo “re”-descubrimiento y curiosidad hacia otras expresiones artísticas a través de los procesos de apertura y colonización del cercano y lejano oriente: estampas japonesas, máscaras africanas, etc.


La redefinición de las esferas de la pintura suscitó, en un proceso continuo que va desde la puesta en duda del color de Delacroix, pasando por la exaltación del plano y color de Gauguin, la puesta en duda sobre el “realismo” de la pintura y la captación de la instantaneidad del momento de los impresionistas, la aparición de la obra de quien es considerado el padre de la pintura moderna: Cézanne.


De Cézanne en adelante, la pintura establecería para sí nuevas competencias. Aquellos conceptos que llamaron la atención a Picasso en el 1905 pueden resumirse, entre otros, en la aparición de la línea rígida y la “abstracción” en líneas geométricas del objeto de la realidad.


Con Picasso, Braque, Gris y los artistas de los movimientos cubistas se empieza a acelerar una nueva corriente de concepción del espacio, tanto bidimensional como tridimensional de la pintura, ampliando sus mecanismos y sus herramientas de representación que sería plasmado con mayor fuerza (en movimientos postcubistas) a raíz de la entrada en escena de la Primera Guerra Mundial.


Hacia 1918, al final de la Primera Gran Guerra, la puesta en duda de los valores que rigen una Europa destrozada son la característica principal del resquebrajamiento de las concepciones academistas que rigen los “artes mayores”: pintura, escultura y arquitectura. Se pone en duda la misma concepción de “arte mayor” y en un esfuerzo que busca integrar a la sociedad civil dentro de las propuestas artísticas surgen varios movimientos, continuando con la línea de los “ismos” que dotarán a la arquitectura de nuevos paradigmas.


Estas dos propuestas surgen en dos marcos distintos. Tanto en la Europa Occidental: Francia y Holanda, como en la Unión Soviética de la post-Revolución de Octubre y en sistemas socioeconómicos distintos.

La concepción de una arquitectura nueva, que respondiera a las nuevas sociedades que habían vivido la explosión del sistema producido por la Revolución Industrial y que había puesto en crisis la carrera de los Estados por la ostentación del poder, sumado a la aparición fundamental de Estados Unidos en la escena internacional, tuvo que recurrir a la pintura, a esa forma de concebir un nuevo espacio de una nueva sociedad.


El Purismo de Le Corbusier y Ozenfant surge hacia 1918 y dura hasta 1925, materializado en una serie de artículos publicados en la revista del movimiento “L’Esprit Nouveau”. En paralelo se conforma De Stijl en los Países Bajos con la cabeza conceptual de Piet Mondrian. Los dos, basándose en la abstracción del cubismo y llevándolo hasta sus límites de simplificación generaron una serie de conceptos de simplificación y sobreposición que después se materializarían en la concepción arquitectónica.


En paralelo, en la Unión Soviética, un grupo de artistas liderados por Malevich crean el Suprematismo mientras que Tatlin se consolida con su Monumento a la III Internacional de 1920 como uno de los máximos representantes del Constructivismo.

La propuesta de De Stijl, a través de la colaboración directa de Theo Van Doesburg llega a la recién formada Bauhaus en Wiemar. La corriente rusa, de mano de Moholy Nagy llega en simultáneo y es en la interacción de estas dos corrientes y la concepción propia de la Bauhaus, a través de los planteamientos de Walter Gropius, que esta escuela sentó las bases de una nueva concepción de las artes aplicadas, los objetos de uso diario, y en su manifestación arquitectónica, en la arquitectura de gran escala.


Entre la Bauhaus, los renovados planteamietos de Le Corbusier matizados por su pasión por la vida moderna, la influencia de las corrientes de pensamiento futuristas, y sobretodo, en un marco económico de una Europa de post-guerra, se genera un cambio fundamental para la arquitectura. Tal cual quedará manifestada en la Exposición de la Werkbung en Stuttgart 1927.


La nueva arquitectura, influenciada por estas propuestas y aquellas desarrolladas en el otro lado del Atlántico (en particular la obra de F. Lloyd Wright) pasa de ser una arquitectura del eje lineal a ser una arquitectura de la sobreposición. Sobreposición de la línea como en el caso constructivista, sobreposición del plano como en el caso de las propuestas de De Stijl (véase la Casa Schroder-Rietveldt) y sobreposición de volúmenes como en la Ville Savoye de Le Corbusier.


Para 1914 el cubismo se había constituido como el nuevo orden estético, extendido ya a toda producción artística y gráfica. La interpenetración volumétrica tanteada arquitectónicamente en las Casas de la Pradera de Wright y pictóricamente en esta serie de propuestas originadas a raíz del cubismo, permitieron una validación mutua de posturas espaciales que definiría el nuevo lenguaje espacial, explorado y materializado por las vanguardias artísticas del período de entreguerras.


Las propuestas de las vanguardias del período de entreguerras serían un inicio en la exploración de una nueva plasticidad. El cambio de la linealidad secuencial de la perspectiva tradicional por esta interpenetración volumétrica generó una forma de construcción del espacio que garantizó que cada manifestación individual podría materializar su tendencia particular hacia posturas sociales, técnicas, tecnológicas, funcionales, formales, etc., unificadas ya por una concepción general del espacio.


En el sentido más amplio se genera la expresión del “Estilo Internacional” que es un calificativo, empleado a partir de los treinta, para designar la producción moderna de arquitectura, tanto en Europa como en Norteamérica. El término proviene es el nombre del catálogo de la primera exposición de arquitectura en el Museo de Arte Moderno de New York en 1932: “El Estilo Internacional: arquitectura desde 1922” de Henry-Russel Hitchcock y Philip Johnson, bajo el cual se establecería un sistema de clasificación y organización de la producción arquitectónica en base a parámetros formales afines a todas las propuestas.


Sin embargo, bajo esta concepción, el aspecto formal sería continuamente modificado durante todo el s. XX. La oposición hacia el “Estilo Internacional”, generado por la falta de identidad que suscitaba una arquitectura universal, provocó que el lenguaje posmoderno estuviera caracterizado por un retorno al regionalismo. La concepción del espacio no cambió, sólo su representación material fue modificada dependiendo del entorno.


Ya en la última mitad del s. XX, la arquitectura dio nuevos giros con la llegada de las neo-vanguardias, el deconstructivismo, el brutalismo, el minimalismo, etc. Estas tendencias, en vez de anular la estructuración espacial propuesta tras la reinterpretación del cubismo, continuaron su exploración, y conjugándola para ciertos casos con los efectos causados por la perspectiva, sabrían dar más fuerza a los lineamientos de cada una, donde la arquitectura contemporánea sigue enmarcada en este entendimiento de espacios, volúmenes, planos y líneas que se intersecan, y por eso, ya hacia 1930, este lenguaje había sido definido como un clasicismo no histórico.

sábado, 21 de marzo de 2009

En un no lugar de la Mancha...


No hace falta decir su nombre o sus coordenadas, ni situar el lugar en el paisaje manchego. Hay muchos como éste aunque no sean visibles salvo cuando su crecimiento es tan flagrante que da lugar a una investigación seguida del escándalo motivado por la corrupción urbanística.

Salif vive aquí desde hace dos años, en una vivienda nueva, con su madre y otras dos familias senegalesas, su padre se marchó hace dos meses al Sur, a buscar trabajo en el campo. En Diciembre el Ayuntamiento y una ONG organizaron una fiesta de Reyes Magos, entregaron muchos tupper ware grandes en los colegios, dos por cada niño, que los padres debían rellenar con un juguete, un libro y dos o tres alimentos básicos. El día seis de Enero, en la plaza del Ayuntamiento se repartieron los tupper entre todos los niños del lugar. Los niños de las escuelas llegaron a la plaza en las bicis o patines que les habían dejado los reyes la noche antes; los del barrio de Salif agarrados de sus madres, nerviosos y un poco asustados.

El tupper de Salif tenía un libro sobre animales, sopa, arroz, chocolatinas y un juego de construcción. El juego era un tablero con la huella de una ciudad, calles amplias, aceras de colores, puntos troquelados indicando los alcorques de los árboles. También tenía una bolsa de plástico con pasos de cebra de fieltro, farolas y árboles diminutos, coches, paradas de autobús,fuentes, tapices verdes como parques, y edificios de muchos tamaños, casas pequeñas, apartamentos apilables, casas más grandes, y un par de campos de deporte de felpa gris.

Por la noche Salif recordó su aldea en Senegal, estaba cerca del mar y las casas se habían distribuido espontáneamente en una cuadrícula con calles de arena. Las calles perpendiculares al mar eran más estrechas y las casas se protegían del viento con porches, las otras eran amplias y luminosas. En el medio había una plaza con varias palmeras y una explanada donde jugaban al fútbol.

Al día siguiente salió con su juego a la puerta de su casa, la calle era de tierra, no de arena, y estaba llena de escombros de las obras abandonadas en las que meses antes trabajaba su padre. Trepó por una grúa abandonada para ver cómo era la ciudad. Una enorme cementera al Sur y un polígono industrial al Norte cercaban su barrio, las calles estaban pavimentadas a parches, no había aceras ni árboles, sólo vallas de obra golpeadas. Las casas eran muy diferentes, las más antiguas se parecían a las casitas de colores de su juego, las más recientes eran enormes, pero no estaban hechas de apartamentos apilados, eran una versión gigante de las casas pequeñas, con sus tejados inclinados y las mansardas, así llamaba su padre a las minicasas que crecían sobre las tejas; pero las ventanas y puertas se habían quedado en la escala original. No había pasos de cebra ni señales de tráfico como las del juego, sólo unos enormes montículos pintados de rojo, cerca de los cruces.

Volvió a su casa, con trozos de cartón hizo un barrio como el suyo sobre el tablero de juego, cuando lo terminó llamó a su hermana y lo pisotearon juntos. Tiró los restos y guardó el juego en un cajón.

Sacó el libro de animales, echaba de menos Senegal.

viernes, 13 de marzo de 2009

BOLONIA I


Ya es primavera, dejemos que la naturaleza se ocupe de las plantas y pongámonos con BOLONIA.

Empiezo reconociendo que hasta hace tres semanas Bolonia me parecía una preocupación de los universitarios, o en todo caso de los estudiantes. He tenido que hacer un curso en la Fundación COAM,
www.fundacioncoam.es para que, en el transcurso de una charla de recreo, me diese cuenta de que es algo que también afecta y mucho a los profesionales.

Esta circunstancia dice poco en mi favor ya que es lamentable no ocuparse de las preocupaciones de aquellos en cuyas manos está el futuro, y aún menos a favor de la capacidad de comunicación de nuestro Consejo y Colegios Profesionales, o del interés de la profesión en su futuro.

Existe una tendencia generalizada en España a pensar que como en nuestro país no se vive en ningún sitio, y que emigrar es cosa de pobres y/o desesperados; no hace tanto que lo fuimos, pero el olvido es rápido cuando la prosperidad acompaña. Esta creencia unida al poco interés por hablar otros idiomas y a la cantidad de trabajo en nuestro sector en los últimos años, contribuye a que no nos interese en absoluto la situación del oficio fuera de nuestras fronteras.

Sin embargo la tendencia a la globalización en una de sus vertientes positivas hace que las fronteras sean cada día mas permeables, y las estupendas Becas Erasmus ec.europa.eu/education/programmes/mundus/index_es.html hacen que la capacidad de exportación de profesionales sea mayor cada año. La curiosidad, la ambición o simplemente la inquietud llevarán a muchos arquitectos españoles ni pobres ni desesperados a salir a trabajar a otros países, en muchas ocasiones europeos.

Y según me contaron en la Fundación y me confirman mis colegas más jóvenes y las cartas de la Decana que he comenzado a leer, de aprobarse el borrador actual de Bolonia, los Arquitectos españoles tendremos la consideración de graduados, es decir el equivalente a unos estudios de tres años de duración.

No me parece oportuno entrar en consideraciones de si esto es justo o injusto, ya que no es muy diferente de lo que España hizo en los años noventa con nuestros colegas argentinos, que pasaron de una mera homologación administrativa a tener que repetir casi media carrera por una decisión política, sin que en sus planes de estudio se hubiera producido ningún cambio. Habéis leído bien: dos personas con la misma titulación y estudios eran considerados arquitecto o estudiante de arquitectura en función de la fecha de solicitud de convalidación del título: antes del 93-94 ARQUITECTO, después del 94, ESTUDIANTE.

Sin conocer bien las propuestas de Bolonia creo que deberíamos centrarnos no tanto en el nombre o título con el que se nos equipare sino en el reconocimiento de la calidad y cantidad de las materias aprendidas y por tanto de la competencia profesional, más allá de las designaciones.

Si nos quieren llamar ingenieros, porque la arquitectura parece estar ausente del lenguaje universitario de una gran mayoría de los países europeos, sea. En Italia existen unos técnicos con el hermoso título de Geómetras, imagino que no existirá una titulación equivalente en el resto de Europa y que por tanto perderán el nombre del oficio en cuanto crucen los Apeninos o los Alpes pero estoy segura de que el oficio irá con ellos.

Y me voy a dedicar a informarme antes de seguir con esta campaña. Una pregunta: alguien sabe cuál es la posición del Reino Unido respecto a Bolonia?

P.S. Gracias Gorka por tu comentario.

jueves, 5 de marzo de 2009

De jardineros y arquitectos


Hace algunos días me dijeron que mucha parte de nuestra vida somos una especie de jardineros. Pensamos, pensamos otra vez, creamos, cuidamos y luego, eventualmente, dejamos que lo que hemos creado tenga su propia vida y crezca y se haga verde por sí mismo.



Y llega un momento donde los tiempos del creador y del creado se separan. Simplemente porque cada uno tiene su propio recorrido que hacer.

Y ese espacio que creamos de repente se llena de nuevas presencias.

Y miramos esa estructura que montamos y confiamos, si confiamos en nosotros, que pueda ser tan sólida como con conciencia intentamos que fuera.

Y vemos alrededor y esperamos que aquellos vientos crudos del noreste o el movimiento de las placas tectónicas no lo agrieten. Que sea lo suficientemente flexible y fuerte para resistir lo que depare el medio.

Miramos atentos, -pero ya no como participantes directos-, como evoluciona, como se llena, como se vacía. Esos momentos de silencio y esos alborotos de ruido.

Con una postura de quien se deja sorprender quizás veamos que, aunque no sabíamos exactamente como resultaría, en efecto está bien, está bien porque es lo que es.

Y creo yo que eso da paz.



Y me dijeron que somos como unos jardineros:

siembro, cuido, cuido, cuido, cuido, cosecho

A veces son plantas, a veces proyectos, a veces amigos, a veces hijos. Es ley de vida.

Y como alguna vez también me dijeron, a veces somos nosotros mismos.

Siembra una idea, cuídala y cosecharás un pensamiento
Siembra un pensamiento, cuídalo y cosecharás una acción
Siembra una acción, cuídala y cosecharás un hábito
Siembra un hábito, cuídalo y cosecharás un caracter,
Siembra un caracter, cuídalo y cosecharás un destino.