lunes, 6 de septiembre de 2010

Phil Kelly



Phil Kelly murió hace tres semanas en el DF, mi hermano me reenvió un breve email de Ruth, la mujer de Phil, tanta tristeza en tan pocas palabras.


Veo los pocos cuadros que pude traerme de un viaje a México en las paredes de esta casa reciente, y la última cartulina que nos regaló a su paso por Madrid hace ¿tres, cuatro años? La colgamos en la habitación de Tristán, conjurando la belleza que deseamos para su vida.


Hará dos meses estuvo en casa un amigo galerista y me preguntó por los cuadros de Phil, tan diferentes de las obras que él expone en su galería. Le conté del primer cuadro que vi en una exquisita tienda de Oaxaca, que resultó ser de unos de los numerosos amigos de Phil y Ruth, que nos animó a llamarlos, la llamada a su casa y la suerte de haberlos visitado en el DF de regreso a Madrid.


Miguel los conoció más tarde, en la torre, un día nos visitaron Ruth, platicadora y cariñosa, Phil con su maletín de cuero salpicado de óleo de mil colores, un botella de vino blanco que tomaba con agua mineral, y las niñas como duendes, flotando entre los colores de su padre y la calidez de su madre.


Hablamos en esa visita de la posibilidad de exponer en Madrid pero la economía y empezaba a tambalearse y era difícil encontrar galerías dispuestas a arriesgar. Pensé que en el próximo viaje al DF iríamos a visitarlos, tan acogedores en la ciudad estresada.


Espero volver a ver a Ruth en el futuro, México siempre será una mezcla de recuerdos de cuando fui allí con diez años y los cuadros de Phil a pesar de su ausencia. El tiempo desdibuja aquellos primeros recuerdos, pero los cuadros seguirán en casa.


Esta mañana Tristán sonreía mirando la catedral de Oaxaca.



Madrid, Septiembre 2010