El miércoles hicimos un viaje: ida y vuelta a Granada, algunos trámites, algunas fotografías, la idea de un sándwich convertido en una nutritiva comida.
A la altura de Despeñaperros, mientras la carretera (ondulante toda ella) nos forzaba a mirar por la ventana -por esto de evitar marearnos-, pudimos ver los avances una gran infraestructura. Le queda tiempo…
Esto del tiempo es una contradicción y nos preguntamos: ¿Son 10 horas mucho o poco? Pues quizás dependerá de saber el “para qué”. Sé nos da bien la charla!
Si es que nos debatimos entre el futuro y el presente, entre las estrategias y el Carpe Diem, entre lo que queremos y lo que debemos, entre lo que somos y lo que queremos ser.
Lo bueno de la crisis es que, pues sí, nos da un poco de tiempo para pensar, hacer y buscar cosas que en otros momentos de nuestras historias no hemos podido.
Con una perspectiva optimista, es una gran oportunidad de redefinirnos, una especie de tener el tiempo para el reconocimiento de nosotros mismos, de lo que nos gusta, lo que nos hace sentir, lo que nos es importante.
O a efectos prácticos, simplemente eso (y que no es poco)… quitarnos “pendientes” de la agenda e ir con menos mochilas en la espalda.
Lo bueno de estos momentos son las posibilidades de comenzar un nuevo proyecto, de vivir relaciones que empiezan o renuevan, de volver a soñar o de darnos cuenta que hay tantas cosas más para apreciar: que el mundo es muy grande, y el mundo creativo es ilimitado.
Así que si el cambio del compás nos viene dado, mejor disfrutar del paso a paso y con buena cintura, bailar toda la noche, hasta que la tormenta pase y el sol se vea en el horizonte.
A la altura de Despeñaperros, mientras la carretera (ondulante toda ella) nos forzaba a mirar por la ventana -por esto de evitar marearnos-, pudimos ver los avances una gran infraestructura. Le queda tiempo…
Esto del tiempo es una contradicción y nos preguntamos: ¿Son 10 horas mucho o poco? Pues quizás dependerá de saber el “para qué”. Sé nos da bien la charla!
Si es que nos debatimos entre el futuro y el presente, entre las estrategias y el Carpe Diem, entre lo que queremos y lo que debemos, entre lo que somos y lo que queremos ser.
Lo bueno de la crisis es que, pues sí, nos da un poco de tiempo para pensar, hacer y buscar cosas que en otros momentos de nuestras historias no hemos podido.
Con una perspectiva optimista, es una gran oportunidad de redefinirnos, una especie de tener el tiempo para el reconocimiento de nosotros mismos, de lo que nos gusta, lo que nos hace sentir, lo que nos es importante.
O a efectos prácticos, simplemente eso (y que no es poco)… quitarnos “pendientes” de la agenda e ir con menos mochilas en la espalda.
Lo bueno de estos momentos son las posibilidades de comenzar un nuevo proyecto, de vivir relaciones que empiezan o renuevan, de volver a soñar o de darnos cuenta que hay tantas cosas más para apreciar: que el mundo es muy grande, y el mundo creativo es ilimitado.
Así que si el cambio del compás nos viene dado, mejor disfrutar del paso a paso y con buena cintura, bailar toda la noche, hasta que la tormenta pase y el sol se vea en el horizonte.
1 comentario:
las quince horas de viaje se hicieron eternas, pero qué hermoso post.
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