domingo, 5 de abril de 2009

No se puede tener prisa por estar en calma


Esta frase hermosa la oímos la semana pasada en unas circunstancias y lugar bastante ajenos al oficio.

Una hora más tarde las noticias mostraban la reunión del G-20 y pico, (aún con cierto asombro de formar parte del pico), y la inexplicable, para mi, subida inmediata de la bolsa. Le pregunté a Miguel, mucho más versado en asuntos macroeconómicos que una servidora cómo es posible que la bolsa suba o baje antes de que se conozcan los resultados de una reunión y me dijo: la gente está deseando que suba la bolsa, y a la mínima muestra de esperanza los inversores reaccionan de inmediato.

Volviendo al título de este post me pareció muy interesante lo bien que define nuestra ansiedad ante la crisis del sector. Y desde el respeto a muchas personas que se encuentran en situaciones verdaderamente angustiosas por falta de trabajo e ingresos, me parece que sería bueno reflexionar sobre la prisa.

Hace poco nos presentamos a un concurso en el que se establecían, para el afortunado ganador, unos plazos bastante apretados para la presentación de los proyectos básico y ejecutivo. El concurso está a día de hoy pendiente de adjudicar y los plazos de presentación de la documentación ya han vencido con creces.

Y esta contradicción describe muy bien que a pesar del batacazo que está sufriendo nuestra profesión, la inercia de llevar años con el acelerador pisado a fondo, haciendo las cosas de prisa para sacar más agua de ese pozo sin fondo que parecía ser el mercado inmobiliario español, sigue tirando de nosotros y nos impide frenar, o al menos reducir un par de marchas para mirar qué está ocurriendo, (disculpad las metáforas del motor: la Fórmula 1 está de fondo, llueve torrencialmente en Malasia, se ha parado la carrera y algunos insensatos quieren seguir conduciendo, siempre la prisa).

Lamento no sumarme al optimismo de la semana pero no me creo que veinte y pico líderes reunidos durante un día en Londres vayan a cambiar la situación económica de hoy para mañana y si lo hacen, durará poco. Tal vez hayan llegado a acuerdos que a corto plazo estabilicen la caída, a medio activen la economía y a largo, la recuperen.

Igualmente creo que el mercado inmobiliario español necesitará tiempo para absorber el crecimiento insostenible de la última década. Y sería bueno que en ese tiempo aprendamos que las prisas con las que hemos trabajado en estos años no eran señal de un mercado sano si no de una locura colectiva en la que estábamos muy a gusto porque ganábamos más aunque trabajáramos a trompicones.

No creo que se pueda llegar rápidamente a trabajar “con calma” entendiendo por esta expresión trabajar con la profundidad, dedicación, reflexión y tiempo necesarios, ni más ni menos. Si pienso que ahora que no hay prisa por inaugurar, por poner en marcha, por empezar obras, podemos reclamar plazos adecuados a la complejidad de los proyectos y sobre todo, dedicarnos sin prisa pero con pasión a sacar el mayor partido de nuestra capacidad profesional.

Vamos a presentarnos a otro concurso y a dedicarle mucho tiempo y esfuerzo, esta vez con calma.

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