domingo, 13 de septiembre de 2009

Tengan cuidado!


Además de haberme hecho más perezosa, como prueban las escasas entradas en este blog, desde hace unos mese también soy más prudente, en lo que se refiere a la seguridad y salud. Ya no cruzo la calle si no es por el paso de peatones, camino en busca de pasos de cebra, me aseguro de que los conductores frenan antes de saltar a la calzada, evito las escaleras de mano en las visitas de obra, no salto zanjas, en resumen he eliminado las pacatas actividades de riesgo que ofrece un entorno urbano consolidado como el centro de Madrid.

La buena conducta suele llevar al aburrimiento, así que el viernes por la tarde, aprovechando que me encontraba por la zona, me animé a aventurarme por el lugar que antes conocíamos como la calle Serrano.

Recorrí el tramo desde Ortega y Gasset hasta la Plaza de Colón y dos días después me asombra no sólo haber salido de allí sin rasguño alguno y sin haber presenciado algún accidente. Caminé un buen trecho detrás del padre de una buena amiga y después detrás de una mujer con un cochecito de niño. Qué admirable valentía y pericia la de ambos para esquivar vallas a punto de caerse, trepar por rampas con una pendiente considerable, desatascar las ruedas del cochecito atrapadas en la arena cementosa, evitar golpes de trabajadores armados con señales de tráfico improvisadas, en fin, un gran mérito.

Cuando por fin llegué a Colón y ví lo que m faltaba no me sentí con ánimos de seguir hasta la Puerta de Alcalá, así que busqué una parada de autobús. Vi un poste rojo de la EMT junto a la calzada, y cuatro o cinco personas de pie en actitud de espera, así que deduje que nadie se había equivocado poniendo un poste entre dos vallas, si no que esa era la nueva parada. Por suerte no tuvimos que esperar mucho tiempo hasta que llegó el primer autobús que además era el que me convenía, no así al resto de pasajeros, que creo que subieron por miedo a quedarse solos en la “parada”. en cuanto se cerraron las puertas y se sintieron a salvo preguntaron al conductor o a otros pasajeros: “oiga, este va por Gran Vía o por Alcalá?”.

No voy a describir el peligro que supone para trabajadores, conductores y peatones la falta de medidas de protección mínimas en las obras de la calle Serrano, por desgracia no es necesario, este fin de semana falleció en hombre de un infarto, calló a una zanja. Otra persona fue atropellada mientras esperaba el autobús por una máquina que trabajaba en las obras.

Nos resignamos a tener la ciudad levantada por obras, puede que sean necesarias. No es necesario ni admisible que éstas supongan un peligro para los ciudadanos.

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