jueves, 23 de octubre de 2008

Acerca de la luz en Madrid


Hace unos días nos hicieron fotografías para la página web. Era un día soleado y alrededor de las 13:00 la luz entraba lateralmente por las ventanas de la sala de reuniones. El fondo era azul y marrón. Marrón del ladrillo de alrededor.

Madrid es famosa por su luz. Si tuviéramos que describirla, la palabra apropiada (quizás) sería “cálida”. La luz del día a día (por esto de que los días suelen ser soleados) resalta los colores mediante el contraste y la luminosidad. El sol hace las veces de un gran foco puntual que encuadra las aristas de las fachadas, reafirma la volumetría y marca también, la faceta expresiva de las caras de quienes caminan por Gran Vía.

En un día como hoy las ventanas parecen grises. El cielo está nublado y llueve en Madrid. Desde aquí el exterior se ve menos, se ve menos contrastado, algo así como difuminado en colores opacos y texturas en forma de planos cromáticos.

En días como hoy la ciudad está plana. No hay neblina pero la ciudad está cubierta de una luminosidad baja que al cubrirla la envuelve y la tapa. La gente se esconde detrás de los paraguas y las fachadas se ocultan del agua y del frío que emana.

Sin tantos contrastes el día avanza con dirección de una línea que no sube ni baja, se aclara un poco al medio día pero por la tarde casi no cambia. No hay sombras en las ventanas, ni en las nuestras ni en las que vemos al frente ya un poco cerradas.

Nota: Por suerte existe la luz artificial: difusa y puntual. Por esto, hoy hemos colocado el nuevo foco para el despacho de Jesús.
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